
La incertidumbre tanto política como económica sigue siendo la tendencia predominante en lo que llevamos de año. Desde el punto de vista político, la cesión de cuatro senadores socialistas a Esquerra y a la antigua Convergencia para la creación de un grupo propio en la Cámara Alta representa la última muestra del momento de desesperación en el que debe de encontrarse Pedro Sánchez. El líder socialista sabe que su tabla de salvación es la formación de un Gobierno y a ello se aferra, probablemente, antes de naufragar por completo.
La línea roja que ponen los barones socialistas es la del referéndum. Pero Sánchez considera que puede saltársela si consigue negociar una fecha más allá de la legislatura, ya que previamente sería necesario la reforma de la Constitución y ello es una tarea posible sólo a largo plazo, que antes requiere el consenso con otras formaciones políticas.
El pacto por la izquierda o a la portuguesa a día de hoy es imposible, porque aunque lograra el apoyo de Pablo Iglesias, se encontraría con el no de Ciudadanos. Albert Rivera repite por activa y por pasiva que no apoyará un Gobierno con Podemos. Por eso, su acercamiento a los independentistas.
Mientras Sánchez maniobra por su lado, los barones lo hacen por el suyo. Al parecer, han elaborado una lista de propuestas que debería aceptar el PP si quiere su abstención. Nadie espera que Sánchez se avenga a pactar con Mariano Rajoy. Por eso, entre los condicionantes está que dé un paso al lado, como Artur Mas, para la elección de un candidato de consenso. Esta semana se especuló con los nombres de Javier Solana, pero también se habla del ministro Luis de Guindos, que no está afiliado al PP y rehusó presentarse a los últimos comicios generales.
La situación económica no se ha visto alterada hasta ahora por el resultado de los comicios, según reconoce De Guindos. La caída de la bolsa obedece a otras razones. En Bruselas están acostumbrados a la ausencia de mayorías absolutas, a pactarlo todo. El presidente de la Comisión, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, se limitó a señalar esta semana que espera que el futuro Ejecutivo español esté ?a la altura?.
Un Gobierno sin mayoría suficiente para sacar adelante las reformas pendientes o que intente derribarlas propinaría un duro golpe a la marcha de la economía.
El déficit público puede concluir el ejercicio entre un punto y medio y dos por encima de lo previsto, acercándose al 5 por ciento. Si este mal augurio se confirma, en 2016 habrá que reducirlo entre 15.000 millones y 20.000 millones para dejarlo por debajo del 3 por ciento, como se pactó con Bruselas.
El futuro Gobierno tendrá que controlar, sobre todo a las autonomías, que son las responsables de las desviaciones. A finales del tercer trimestre, el déficit autonómico alcanzaba el 1,3 por ciento, el doble de lo previsto. Pero terminará el ejercicio mucho peor, ya que lo habitual es aplazar el asiento de los gastos hasta los últimos meses del año.
Dos de los gobiernos regionales más manirrotos son los de la Comunidad Valenciana y Baleares, en manos socialistas, lo que dificultará la consecución de acuerdos. Sobre todo, si Rajoy quiere contar con la abstención del PSOE. La otra con un desajuste desbordado es Cataluña, con la que aún resulta más complejo entenderse.
En el caso de que Rajoy logre volver a gobernar, con 123 diputados sería prácticamente imposible sacar adelante los objetivos. Con Pedro Sánchez aún sería peor, porque el programa con el que llegó al Gobierno es una larga lista de gastos, además de la derogación de la reforma laboral, algo que pondría muy nerviosos a los mercados.
Por eso, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría abogó este viernes por una gran coalición con PSOE y Ciudadanos, que dé estabilidad y permita continuar con las reformas. Ello pasa inevitablemente porque tanto Pedro Sánchez como Mariano Rajoy se marchen y abran paso a un candidato de consenso, que se comprometa en el cumplimiento de los déficit.
En el PP se frotan las manos con la posibilidad de que se repitan los comicios, porque pueden recuperar parte del voto descontento que se quedó en casa o apoyó a Ciudadanos. Pero en algunos sectores del PSOE existe temor de que los arrolle Podemos. La presión para un acuerdo, aunque sea de mínimos en el último minuto, es muy grande.
A escala global, las incertidumbres económicas son tres: la desaceleración de China; el desplome del petróleo y el temor a que la economía de Estados Unidos se paralice. Los mercados han perdido el 10 por ciento en un par de semanas.
Es aún pronto para temer una recesión global. En agosto, las bolsas llegaron a perder el 20 por ciento desde máximos y el impacto sobre la economía real fue mínimo. Habrá que estar muy atentos a los indicadores para ver si esta vez la amenaza es seria o los mercados se han pasado.