Opinión

La banca vivirá un año 2016 lleno de retos y dificultades

  • El sector tendrá que responder a nuevas exigencias de supervisión

El sector bancario está inmerso en una reestructuración que aún no ha terminado. No sólo ha tenido que convivir y aún muestra las heridas de una crisis financiera global y de una crisis económica de gran profundidad en España, sino que los nuevos cambios normativos, de supervisión y de mercado condicionarán aún más su actividad, ya de por sí muy compleja.

En efecto, si la morosidad es previsible que abandone los dos dígitos y se sitúe al final del próximo año cerca del 7%, las entidades tendrán que seguir conviviendo con una política monetaria muy expansiva que está lastrando el margen de intereses y reduciendo el negocio hasta niveles comprometidos.

La creación de valor en banca está muy relacionada con el ahorro de costes y la eficacia operativa, de tal manera que muchos bancos ya no creen en las grandes redes, pero aún no pueden prescindir de ellas, pues hay amplios segmentos de clientes que se resisten a la digitalización al tiempo que la banca tradicional todavía tiene que realizar muchas inversiones en tecnología y modelo de negocio para ser eficiente en cualquier canal.

Así, 2016 vendrá marcado por nuevas inversiones en tecnología y una continuación de la senda de adelgazamiento de redes. Por otra parte, es posible que veamos alguna fusión en el proceso de consolidación que está siguiendo el sector y que, de cara a la competencia, empieza a asustar por las pocas referencias con cierto peso específico que quedan, puesto que más del 70% del negocio se concentra en 6 entidades.

La implantación de nuevas exigencias de capital generará más problemas de rentabilidad lo que unido al ciclo bajista en Latinoamérica junto a la fortaleza del dólar y la devaluación de las monedas sudamericanas puede complicar la vida a nuestras entidades más internacionales. Por otra parte, los bajos intereses de la deuda y las compras masivas por parte del BCE, si bien facilitan la titulización y anticipan beneficios sacando deuda del balance, limitan a futuro esta posibilidad pues los rendimientos cada vez son más estrechos para las nuevas emisiones.

La banca tendrá que responder a nuevas exigencias de supervisión, sobre todo aquellas entidades inspeccionadas por el BCE, lo que trae consigo nuevos retos en cumplimiento normativo, mayor rigor en las provisiones y capital y un margen de maniobra más estrecho que el que otorgaban las autoridades de supervisión locales.

Se seguirá profundizando en la aplicación de las normas de transparencia, tanto en operaciones de activo como de pasivo, con la adaptación a MiFID II, prevista para finales de año y que supone un reto especial para el mercado bancario español pues las comisiones por venta de productos financieros se tendrán que percibir directamente del cliente y no del originador, al tiempo que se refuerzan las exigencias de asesoramiento, sobre todo en lo que se refiere a productos complejos y OTC.

Juan Fernando Robles, profesor de Finanzas y Banca en el Centro de Estudios Financieros

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