
El ministro de Industria, Energía y Turismo, Jose Manuel Soria, nos ha vendido a todos a cambio de un sillón. Todo presuntamente, siempre y todo presuntamente. Descárguese aquí el borrador de Real Decreto de autoconsumo eléctrico (.pdf).
Por si no fuera suficiente con el infame "impuesto al sol" el último borrador del Decreto de Autoconsumo, que aprobará próximamente el Consejo de Ministros, prohíbe expresamente el uso compartido de generadores eléctricos. Es decir, los miembros de una comunidad de vecinos "en ningún caso" podrán compartir la energía producida por unas placas solares colocadas en su azotea.
Como digo, esto no tiene otra explicación que los 180 millones de euros que las compañías electricas dejarían de ingresar cada año por cada punto porcentual de clientes que se mudaran al autoconsumo. Eso, multiplicado por muchos años y muchos clientes da un total de "sale más barato buscarle un carguito a Soria". Y así supongo que harán cuando al señor ministro le liberen del peso de la cartera.
Prohibido unirse
El mercado eléctrico es lo que se conoce como un monopolio natural, un sector económico en que la existencia de un solo operador proporciona el servicio más barato posible. Digo esto no para reclamar la nacionalización y concentración de los actuales prestatarios del servicio sino para ilustrar la importancia de la escala a la hora de producir energía.
Con está vuelta de tuerca en el Decreto de Autoconsumo, se pasa de dificultar técnica y tributariamente la práctica para los individuos a imposibilitar cualquier alternativa colectiva. Y el refugio colectivo es la única oportunidad de la mayoría social. La disgregación es un problema que mencionan nuestros ministros cuando hay que concentrar bancos, o aliar productores agrarios, o fusionar televisiones pero se les olvida que una sociedad disgregada equivale a unos ciudadanos indefensos. Se les olvida o quizá lo saben demasiado bien, no sabría decirles.
Si un consumidor no está conforme con su proveedor eléctrico lo razonable es que cambie y si ninguno le ofrece lo que desea y tiene medios técnicos y legales para evitarlos a todos lo razonable es que les evite. Pero en este caso lo que es legal para el individuo no es legal para el colectivo. Puedes intentar emular la función de compañías con miles de trabajadores pero te obligan a hacerlo a solas.
En definitiva, y si se mira el detalle del decreto se refuerza esta conclusión, el Decreto de Autoconsumo preserva el derecho de los propietarios de la Moraleja a limpiar su conciencia ecológica poniendo una placa solar que a penas le sale a cuenta. Para todos los demás, el autoconsumo está virtualmente prohibido.
Es verdad que el autoconsumo, y más el autoconsumo colectivo, pondría en dificultades técnicas y económicas a las compañías eléctricas. Pero, en una sociedad democrática, los choques de derechos se resuelven mediante ponderación. En este caso y contra toda lógica ha pesado más el buen dormir de cuatro ejecutivos que la capacidad de emancipación de 47 millones de consumidores/votantes/humanos. Claro, que los 47 millones a penas pagán 70.000 al año por ministro mientras que los cuatro ejecutivos no solo pagan bastante mejor sino que son capaces de alojarte en una suite presidencial a 70 euros la noche.