Opinión

¿Qué busca Putin en Siria?

El Kremlin consolida su presencia militar en Siria. Decidió estacionar aviones de combate, helicópteros de guerra y equipos bélicos en una base militar instalada recientemente a toda prisa en Latakia, en la costa del país árabe. Asimismo, barcos cargados atracaron en la base naval que desde hace cuatro décadas Moscú mantiene en la vecina Tartus. No se sabe todavía si seguirá enviando fuerzas terrestres y si el despliegue será de naturaleza ofensiva o para defensa de instalaciones aéreas y navales.

Lo que resulta claro es que Rusia está tratando de blindar sus intereses. Consideraciones éticas y morales no suelen primar en geopolítica. Desde luego, no figuran como determinantes en la política exterior de Vladímir Putin. El mandatario se desentiende de la crisis de los refugiados por el masivo flujo migratorio. Es un "problema interno de Europa" y no se considera -ni siquiera en parte- corresponsable de la catástrofe siria.

Moscú nunca ha dudado a la hora de apoyar al régimen de Bashar al-Asad. Tanto diplomática como militarmente. Durante bastante tiempo al-Asad fue su único socio en Oriente Próximo. Esto ha dejado de ser así por el desencanto creciente ante la falta de ideas y el estancamiento de la política exterior estadounidense en la zona. La estrategia del Kremlin se ha desarrollado a partir de la cooperación reforzada con Egipto, y sigue una tendencia regional. Países árabes considerados aliados de EEUU (Jordania, monarquías del Golfo, etc.) parecen reorientarse.

Rusia comparte con su aliado chií, Irán, la preocupación de que una defenestración apresurada de al-Asad llevara al caos. Insiste en que debe formar parte de un Gobierno de transición con la oposición para evitar un vacío de poder en Damasco, que ahora solo favorecería al autoproclamado Estado Islámico. Rusia y Egipto intentan convencer a las otras potencias regionales suníes, Turquía y Arabia Saudí, que lo mejor es una salida escalonada, gradual, de al-Asad.

En su intervención de la semana próxima ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Putin describirá su base militar en Siria como su gran aportación a la lucha contra el terrorismo del EI, una seria amenaza también para Rusia. Si Occidente acepta esa visión y comparte su oferta de un frente conjunto, habrá logrado romper el régimen de aislamiento internacional al que ha sido sometido desde la anexión de Crimea y la continuada guerra en el este de Ucrania.

EEUU continua vacilante con su campaña de bombardeos de intensidad variable. La política norteamericana ha cambiado significativamente en los últimos días, al permitir a al-Asad permanecer en el poder por el momento. Reino Unido considera ayudar a proteger a civiles con una zona de exclusión en el norte. Otros países, entre ellos Francia, Holanda y Australia, hasta Alemania, están pensando iniciar ataques contra objetivos del EI, o los han comenzado recientemente. Todas los cálculos han quedado invalidados por la velocidad y la escalada del despliegue ruso.

Una prueba más de que la maniobra ordenada por Putin supone un cambio total en la situación fue la llegada el lunes del premier israelí, Benjamín Netanyahu, con su jefe de Estado Mayor y director de la inteligencia militar para unas discusiones sin precedentes con el Ejército ruso.

Algunos pueden estar dando la bienvenida a una intervención rusa si eso alivia la carga para combatir al EI. Sin embargo, no se puede olvidar que los bombardeos de al-Asad han causado la mayoría de las ya 240.000 muertes en la guerra provocando la huida de millones. Y es que, con toda seguridad, Putin insistirá igualmente en la necesidad de apoyar a al-Asad. Si la comunidad internacional accede a su propuesta también habrá conseguido una victoria parcial en su defensa del régimen sirio.

Incluso si no se llega a un acuerdo para respaldar a al-Asad y Siria siguiera desmoronándose, la región de Latakia seguiría siendo un punto estratégico bien elegido. Podría convertirse en el bastión de un Estado aleví, rama chií a la que pertenece el clan al-Asad, que proviene de esa zona. Un enclave que contaría con Moscú como potencia protectora como compensación por la base militar que se le ha permitido construir.

Así, y según los cálculos de Putin, de cualquier forma el Kremlin saldrá fortalecido. Pero no debería hacerse ilusiones, Ucrania no se olvidará fácilmente. No obstante, la cooperación entre Rusia y Occidente es deseable para luchar contra el EI e ineludible para poner fin al drama sirio. Es función de la diplomacia la de solucionar problemas entre demócratas y déspotas, idealistas y realistas.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky