
De todas partes del mundo llegan miradas incrédulas a nuestro querido país. Hace muy poco tiempo éramos un problema para nuestro entorno, y hoy somos el milagro hecho realidad. Sí, lo hemos vuelto a hacer, a la vez que alguno nos preguntamos por qué tenemos que llegar a situaciones límite para demostrar que somos una gran nación, a la altura de las mejores.
Los datos recién publicados sobre la Encuesta de Población Activa no dejan lugar a dudas. No los repetiré, salvo para resaltar su importancia. Medio millón de personas hoy trabajan y hace doce meses no podían hacerlo. Sí, aún hay muchos otros que buscan desesperados un lugar para sentirse útiles a ellos mismos, a sus familias y a la sociedad, pero cada uno menos es un motivo de alegría, sin duda.
Mas como siempre, lo hemos vuelto a hacer a nuestro modo. Nos dijeron que debíamos hacer grandes reformas, y hemos hecho las que considerábamos; unas sí y otras no. Como dijo Aristóteles, el mesotes, el justo medio, nos va dando la razón. Otros decían que la austeridad no llevaba a ninguna parte, y es ahí, en ninguna parte, donde se encuentran ellos y sus gentes, aunque ahora, ahora sí, podamos comenzar a levantar el pie del acelerador conscientes de algo tan sencillo de entender como que de dónde no hay, no se puede sacar.
No lo hicimos todo bien
Pero no piensen que lo hemos hecho todo bien. En España nos gusta el riesgo, así que a la vez que el entorno internacional alaba nuestra capacidad y tesón, nosotros mismos nos ponemos chinitas en el camino. Me refiero a dos circunstancias, una menor y otra de mayor calado. La menor ocurre en cualquier democracia que debe elegir a sus representantes cada cierto tiempo y aquí ya toca, y toca en medio de una desconfianza general, no tanto en las políticas económicas, sino en esa cultura del "todo vale". Sin confianza en que somos el César, y además lo parecemos, el empleo por venir se verá ralentizado sin duda.
El otro problema, ese sí nos lo hemos creado nosotros mismos. Es el denominado problema catalán, que han creado unos pocos sólo por odio, sólo por intereses económicos, sólo porque no entienden que todos somos lo mismo y que no podemos ser otra cosa, sólo porque les importan más sus amigos que su propia gente, sólo porque entienden que es democrático lo que les conviene y una amenaza lo que no les interesa.
Sí, un gran ejemplo con dos problemas que, eso sí, sabremos solucionar como siempre hicimos. Pero vayamos a otro dato que complementa lo que nos hace falta para seguir creando empleo y empleo de calidad, que no es el fijo, sino el que permite que un trabajador sea "empleable" por estar formado como se debe. Fíjense en un dato de los publicados por el Instituto Nacional de Estadística que debe ser tenido muy en cuenta. Por edad, el desempleo se redujo en todos los tramos excepto en el de menores de diecinueve años. Es decir, que se redujo en todos aquellos menos en los que no se han formado como es debido.
Queremos seguir siendo un ejemplo para el mundo, porque sabemos que podemos, somos capaces, pero necesitamos incrementar la confianza en las políticas que lo han hecho posible, necesitamos formar a nuestros trabajadores a la vez que menospreciar a todos los que han hecho, presuntamente, acopio del dinero ajeno destinado al futuro de nuestro país, un país más y mejor formado. Necesitamos que se creen más empresas, y necesitamos escribirlo de vez en cuando, para que la siguiente EPA y la otra, y las venideras algo más allá, sigan mostrando que somos un ejemplo, si no nos distraemos en el camino, claro.