Opinión

El regreso de Irán a los mercados

  • Eliminar sanciones y poner a trabajar los pozos llevará hasta finales de 2016

Estos días continúan las negociaciones entre el grupo 5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania) e Irán para escribir la letra pequeña del Acuerdo Marco Interino logrado el pasado 2 de abril con vistas a limitar el enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de las sanciones impuestas por la comunidad internacional.

Un éxito pondría fin a la amenaza nuclear de Irán, evitaría una peligrosa carrera de armamentos en Oriente Medio y la República Islámica regresaría del ostracismo al juego geopolítico regional, que es lo que más temen algunos. No son temas menores. Supondría también la vuelta de Irán a los mercados de gas y petróleo y al sistema financiero internacional (Swift, bancos, seguros etc) y es legítimo interrogarse sobre el impacto de ese regreso.

Con la imposición de sanciones y el consiguiente aislamiento internacional la producción iraní de petróleo bajó de 2,5 millones de barriles por día (m/b/d) a 1,4 m/b/d. El ministro de Petróleo Zanganeh ha dicho que Irán podría recuperar el nivel de producción anterior en tan solo dos meses y otros afirman que en poco tiempo podría alcanzar los 4 m/b/d. Parece un poco optimista en un contexto de mercados saturados, precios bajos y necesidad de fuertes inversiones en infraestructuras y tecnología. Además, el momento es poco propicio pues un informe de Goldman Sachs estima en un billón de dólares -one trillion- los proyectos energéticos que hoy están en el alero. Eliminar las sanciones, conseguir nuevos contratos y poner a trabajar los pozos iraníes llevará tiempo, por lo menos hasta fines de 2016 en el mejor de los casos, aunque el simple anuncio del acuerdo interino haya hecho bajar un 5% el precio del crudo en Londres y lo más probable es que el vertido de la producción iraní en los mercados refuerce la actual tendencia bajista de los precios, lo que no es malo para una Europa siempre deficitaria de energía. O sea, habrá más petróleo pero no una inundación y no de la noche a la mañana.

De momento pueden surgir tensiones con Arabia Saudí porque su política de precios bajos ha dañado mucho a Teherán y no tiene trazas de cambiar. Riad prefiere sacrificar beneficios a corto a cambio de asegurarse cuotas de mercado a más largo plazo y puede hacerlo porque tiene un colchón de 750.000 millones de dólares. De hecho su producción ha subido de 9,7 m/b/d en el segundo semestre de 2014 a 10 m/b/d en los primeros meses de 2015 y ha aumentado su inversión entre 5-10% mientras ésta disminuye en el Golfo un 10% y hasta un 20% en el resto del mundo. Con todo, es previsible que las tensiones se agudicen entre Riad y Teherán y no solo a causa del petróleo, mientras las grandes empresas del sector se preparan para cuando llegue el momento de regresar a Irán.

En gas Irán es el tercer productor mundial, solo detrás de EEUU y Rusia, con 160.000 millones de metros cúbicos (30% del consumo europeo) y eso le convierte en una buena alternativa al gas ruso en el futuro, sobre todo en un contexto de relaciones tensas con el Kremlin a cuenta de Crimea y Ucrania, como ha reconocido la propia Comisión Europea. Por su parte los iraníes remachan en la idea al afirmar que su país es "un centro de energía segura" (presidente Rohani) y "el único competidor" de Rusia en Europa (viceministro de Petróleo Ali Jamenei). Pero para poder traerlo hasta Europa Teherán deberá antes aumentar su producción (actualmente es un importador neto de gas turkmeno y azerí porque su consumo interno es muy alto debido a una política de subvenciones generosas) y construir costosas infraestructuras para trasladarlo desde sus yacimientos hasta las actuales conexiones que pasan por Turquía, Irak y Armenia-Georgia-Mar Negro y no es descabellado pensar que Rusia pondrá todas las dificultades posibles. Tampoco parece que Turquía, rival sunnita de Irán y segundo mercado para Rusia, vaya a ayudar mucho. Y cuando se superen todas esas dificultades los europeos tendremos que competir por los contratos con otros compradores como China que, por cierto, acaba de anunciar la construcción de un gasoducto para llevar el gas iraní hasta Pakistán. Por todas esas razones, no es realista pensar que el gas de Irán pueda llegar a Europa en menos de un lustro. Por lo menos.

Pero antes hay que ponerle el cascabel al gato en forma de acuerdo definitivo dentro del plazo que termina el 30 de junio, y eso no será fácil por las diferencias que aún existen entre las partes y porque sigue habiendo quiénes -desde ambos lados- parecen empeñados en poner bastones en las ruedas de los negociadores.

España era un importante importador de energía iraní (14% de su consumo de petróleo) y debe estar muy atenta para aprovechar las oportunidades que puedan surgir con el fin del embargo.

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