Opinión

La deflación cambiará los mercados

  • Parece afianzarse en Europa, como ha pasado en Japón durante una década

Una bajada esporádica de los precios por la caída de los precios del petróleo. La consecuencia pasajera de la depresión económica. El resultado de una competencia feroz de los precios entre distribuidores. Multitud de economistas y banqueros centrales de toda Europa están dispuestos a quitar paja a la deflación, ya evidente en todas las grandes economías, por no ser más que una irregularidad a corto plazo. Pero la deflación parece afianzarse en Europa, como ha pasado en Japón durante una década o más.

A pesar del debate encarnizado sobre si perjudicará a la economía, la pregunta es cómo van a cambiar los mercados. Una economía donde los precios bajan sin parar será muy distinta de otra donde suban constantemente; a los mercados de capital no les queda otra que adaptarse. ¿Cómo lo harán? Los inversores tendrán que dejar de esperar que los beneficios suban todo el rato, se preferirán las pequeñas empresas y las grandes que han acumulado deuda se verán penalizadas.

Cada mes que pasa, la deflación se vuelve la norma en casi toda Europa. Esta semana hemos sabido que la inflación británica se sitúa exactamente en el 0% por segundo mes consecutivo y ahora se espera una deflación pura y dura antes del verano. El Reino Unido es un país muy inflacionista históricamente pero estos son los índices más bajos desde los años cincuenta. La eurozona presentó una deflación del 0,3% este mes, que continúa una tendencia mensual en la que los precios caen a ritmo absoluto. Dentro de ella, los precios griegos bajan al 2,1% anual y llevan bajando dos años. Los precios en España bajaron un 0,7% en marzo. Alemania logró sacar un 0,2% de aumento de precios en marzo y pone fin a tres meses deflacionarios pero el objetivo de inflación del Banco Central (2%) parece lejano.

Lógicamente, la caída de los precios en Europa podría ser una tendencia corta. El hundimiento del precio del petróleo se ha llevado los tipos consigo. El desempleo masivo mantiene los salarios bajos. Las nuevas tecnologías y los nuevos actores han dotado de competitividad a muchos mercados y obligan a las empresas a tirar los precios. Los efectos del petróleo empezarán a esfumarse entrado el año. A medida que la eurozona se recupere, los sueldos acabarán remontando pero ni quiera eso da garantías de que se acabe la deflación.

En muchos sentidos, las cifras británicas sugieren que la deflación podría haber venido para quedarse. Aunque gran parte de la eurozona sigue peleándose para salir de la depresión, el Reino Unido crece a un ritmo respetable y está creando mucho empleo. En realidad, Europa se parece mucho a Japón, con su economía madura, envejecida y de crecimiento lento. Japón lleva años atrapado en una deflación y, a pesar de los esfuerzos de los políticos y las grandes cantidades de dinero imprimido, volvió al cero en marzo. A Europa podría pasarle lo mismo.

Si la deflación (o, por lo menos, la inflación cero) ha venido para quedarse, tendrá repercusiones masivas para los inversores. Los mercados podrían cambiar en cuatro sentidos.

En primer lugar, los mercados tendrán que dejar de esperar que las empresas crezcan de forma automática. Siempre que los precios subieran un 2 - 3% al año y el consejero delegado firmara un par de compras pequeñas y abriera una fábrica nueva o un par de tiendas, no era difícil que las ventas subieran un 5% al año y eso se consideraba un resultado bueno. Con la deflación, será muy difícil. De hecho, un descenso del 1% o 2% al año es perfectamente respetable en una economía donde los precios han dejado de subir.

No debería echarse a un consejero delegado automáticamente si las ventas y los beneficios caen un poco. Los inversores tendrán que hacerse a la idea o, de lo contrario, estarán renovando a la directiva todos los años.

Después, las pequeñas empresas se verán favorecidas frente a las grandes. En una economía deflacionaria, las empresas con crecimiento auténtico de sus ventas serán mucho más valiosas. La expansión costará mucho más y las pocas empresas que la consigan se harán de rogar. Aunque hay un par de empresas grandes como Apple que consiguen crecer bastante cada año, en general son escasas. Casi todas las empresas de crecimiento alto real son pequeñas . Más allá de la tecnología o los mercados emergentes, las pequeñas empresas serán el sector caliente por primera vez en años. Las torpes gigantes del FTSE o el DAX serán cada vez más torpes.

En tercer lugar, la deuda pasará de moda. Con la inflación, a las empresas y los individuos les traía a cuenta atiborrarse de toda la deuda posible. La subida de los precios acababa eliminando gran parte de ella sin mucho esfuerzo. El sector del capital inversión levantó una industria entera de ello, al igual que tantos otros saqueadores corporativos y conglomerados. Con la deflación, la deuda duele. Su valor aumenta incansablemente en términos reales cada año. Tardará un tiempo pero las empresas se harán adversas a la deuda y recurrirán a los beneficios retenidos para financiar la inversión. También abandonarán ardides como las recompras de acciones con dinero prestado. Las casas de capital inversión desaparecerán porque sin deuda ya no tendrán modelo de negocio. Gran parte de la ingeniería financiera no funciona con la deflación y eso es probablemente bueno.

Por último, los sectores empezarán a divergir. A los minoristas les irá mejor de lo que se piensa. Las pruebas que tenemos de ello sugieren que a los consumidores, lógicamente, les gustan los precios bajos y se acostumbran al cambio constante de las etiquetas. La vida de los fabricantes será más dura y también la de los recursos y bancos, que pronto descubrirán que nadie quiere más deudas. En general, las empresas implacables con los gastos triunfarán. Muchos economistas le dirán que los precios subirán el año que viene pero también se equivocaron al predecir la deflación. Podría ser un mero bache pero si es a largo plazo, cambiará notablemente los mercados y estas cuatro tendencias solo serán el comienzo.

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