
Con lentitud y pese a las dificultades el acercamiento con Irán avanza. Todos los negociadores coinciden en que en ocho días de diálogo hubo avances significativos. Hace poco se consiguió tender un puente entre Washington y Teherán. Algo que parecía imposible. El principal escollo para superar el actual bloqueo son los plazos para levantar las sanciones. Los negociadores iraníes tienen órdenes estrictas del líder supremo, ayatollah Ali Khamenei, de rechazar cualquier recorte sin que haya un levantamiento total de las sanciones. La aspiración del 5+1 (Consejo de Seguridad más Alemania) es desbloquearlas progresivamente a medida que Irán vaya cumpliendo con las distintas fases del convenio.
Será un acuerdo nuclear restrictivo. Si bien sus críticos quieren desacreditarlo, el conseguir limitar a usos pacíficos -controlándolo- el programa de enriquecimiento de uranio no es un mal resultado. Con ello se ralentizaría también (por lo menos en 12 meses) un eventual y súbito cambio de marcha iraní hacia una bomba. ¿Que hay grandes diferencias culturales e ideológicas entre los interlocutores? Por supuesto. Sin embargo, es siempre mejor hablar que guerrear. Se ha avanzado mucho en las relaciones entre países diferentes. Fijémonos en las relaciones con China.
Otra dificultad es que mientras las potencias desean un marco estricto de control en el campo de la investigación y del desarrollo durante al menos 15 años, Irán sólo quiere un compromiso de diez como máximo.
Pero incluso si la obligación es para sólo una década vale la pena. Tiende a olvidarse en las discusiones sobre Irán un aspecto crucial. A saber: la juventud de su población. Alrededor de la mitad de sus ochenta millones es menor de 30 años. Un 22 por cien no llega a los 14. Cada año 900,000 nuevos iraníes ingresan en la edad laboral. Esos jóvenes poco tienen que ver con el poder religioso y quieren un cambio. Hay mucho interés entre ellos por todo lo que ocurre en la UE y EEUU. Tienen la mirada puesta en Occidente. El lema Muerte a Estados Unidos está gastado y pertenece al pasado. Irán es una nación orgullosa y el aislamiento punitivo de Teherán solo tendrá efectos negativos. El presidente, Hasan Rohaní, es mucho más moderado que su antecesor. En la próxima década, la república islámica chií puede atravesar un cambio de liderazgo. Probabilidad tanto mayor cuanto más contacto haya con Occidente. La iraní es una sociedad joven y esperanzada que no hay que encarcelar. En 10 años pueden ocurrir muchos cambios. El sendero no se presenta fácil pero tras una historia de desencuentros, EEUU e Irán se replantearán su vínculo. Apoyar a su juventud hoy -no defraudándola- consolidará a Irán como un país amigo mañana.
La prioridad para -casi- todos es sellar el acuerdo con Irán. Una de las excepciones es Benjamín Netanyahu. El primer ministro israelí vuelve a la carga insistiendo que un entendimiento sobre el programa nuclear permitirá a Teherán conseguir la bomba. Es lo que he venido llamando su "estrategia del miedo" que sirve a su interés personal y partidista para permanecer en el poder. Sus voces llamando a atacar Irán son una insensata y alocada invitación al desastre. Un conflicto que intensificaría todavía más la violencia en una región ya de por sí explosiva y martirizada. Una guerra sin propósito -peor aún-, con falsas excusas.
¿Qué conviene más a la seguridad a los israelíes? ¿Una década de estrictas limitaciones e inspecciones del programa nuclear de Irán o una guerra que quizá demore el programa un par de años, atrincherando y radicalizando el poder religioso en Teherán? Por si faltaran razones es preciso recordar que tanto a Occidente como a Irán interesa derrotar el terrorismo extremista suní del Estado Islámico. Para ello es necesaria la cooperación -como mínimo tácita- de Irán.
Las potencias y en especial EEUU no pueden detener el enfrentamiento entre chiíes y suníes. Una confrontación que la propia invasión norteamericana de Irak exacerbó. Occidente no quiso prestar el respaldo suficiente a la 'Primavera Árabe y no supo impedir la tragedia siria. Para apagar los incendios de la región y resolver con garantías de éxito los múltiples problemas Oriente Próximo es necesario contar con Teherán.
Puede que haya que esperar unos días o unas semanas más. Un buen pacto lo merece. Aunque la situación es ciertamente compleja el acuerdo llegará. Porque las dos partes lo desean. Y el argumento definitivo es que quienes se oponen no han sido capaces de formular una sola propuesta alternativa seria.