Opinión

El 'ladrillo' vuelve a sacar músculo

La inversión inmobiliaria en España se situará este año en los niveles del 'boom', pero con más garantías ante los excesos.

La construcción vive en España un cambio de ciclo patente desde diferentes puntos de vista. El más notorio se puso de manifiesto esta semana en las cifras de creación de puestos de trabajo de febrero, cuando este sector sobresalió como el líder en cuanto a aumento de las afiliaciones. Sin embargo, son ya numerosos los indicadores que, desde hace meses, lanzan señales que apuntan a un auténtico despertar, sobre todo en el ámbito inmobiliario.

Los incrementos de las compraventas de casas, del precio de las mismas o de la concesión de hipotecas son incipientes, pero constantes hasta el punto de hacer factibles las previsiones de los analistas que auguran que la inversión inmobiliaria movilizará este año 10.500 millones.

En otras palabras, volveremos a las cifras de 2007, previas al estallido de la burbuja, con la diferencia de que ahora no se dan las condiciones para alimentar una vorágine especulativa de aquellas dimensiones.

El más básico de sus requisitos, la sobreabundancia de crédito, se encuentra descartada por unos bancos recelosos de comprometer su solvencia en ningún proyecto dudoso (como ha experimentado Martinsa).

No obstante, la mejor prueba de que el ladrillo saca músculo de una manera estable y sana se encuentra en la convicción con la que inversores extranjeros toman posiciones, tal y como Carlos Slim hizo esta semana al adquirir la participación de Bankia en Realia.

Lo hacen atraídos por los buenos fundamentales de la economía española y pese a la incertidumbre del recién iniciado periodo electoral. Constituiría todo un fracaso que un resultado incierto de esos comicios truncara el resurgir de un sector de actividad clave y, con ello, quedara comprometida la recuperación en su conjunto.

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