Opinión

Estado económico de la nación

Ha sido esta última semana de febrero cuando se ha consumado, más que celebrado, el Estado de la Nación o el desastre de la nación. Quizá lo más positivo que se pueda decir es que previsiblemente estemos ante el último debate en el formato presente, es decir un formato del bipartidismo. Las próximas elecciones, si las encuestas aciertan, incluso sesgando las mismas a posiciones menos rupturistas, parecen ofrecer un escenario nuevo: el fin del bipartidismo. Bueno en todo caso, si prefieren, el fin de un bipartidismo con invitados estelares, los nacionalistas que tanto daño han hecho y siguen haciendo a este país.

Está claro que el mensaje y la irrupción de nuevas formaciones debe suponer una regeneración, en todos los sentidos de nuestro sistema político, donde los remiendos ya no esconden que este traje no da para más. Hoy ambos partidos son presas de su historia, por tanto cuando uno le echa en cara algo el otro siempre tiene el asidero del "y tú más". De esa esclerosis eterna solo puede salirse con savia nueva, con partidos sin una historia detrás.

Si me centro en el aspecto económico, aquello no era más que un diálogo de sordos. Mientras el Partido Popular sacaba pecho de los últimos datos económicos del país y se amparaba en el penoso legado dejado por el Gobierno Zapatero, el PSOE esgrimía los datos comparativos de cómo estaba el país en el año 2011 y cómo está ahora: más paro, mas corrupción, más desilusión, más brecha de desigualdad. ¿Dónde quedaba hablar del futuro, de esas esperadas medidas? La gente de la calle está cansada del debate de quién tuvo la culpa, eso ya pasó, queremos que se nos diga qué se está haciendo o qué se hará para reparar el enorme daño infligido por esta crisis.

Habría que recordar al Gobierno de Rajoy que la ayuda financiera que Europa nos prestó para reorganizar nuestro sistema bancario o de cajas de ahorro, es un rescate, blando pero rescate. Si no lo fuera, ¿por qué el Ejecutivo de la nación tuvo que firmar llevar a cabo una serie de reformas para que se nos prestase el dinero? Sí, el MoU o memorándum de entendimiento. Cómo se dice que no ha habido rescate, cuanto durante casi dos años los hombres de negro -la troika- ha tenido tanta visitas y presencia en España.

En el Estado de la Nación se oyó poco sobre cuál va a ser el panorama de futuro que vamos tener en los próximos años. Ciertamente en la actualidad se crece y de una forma superior a la de los países de nuestro entorno, pero a costa de la precariedad de nuestros empleos, donde la gente gana menos, nuestros jóvenes tienen muy difícil entrar en el mercado laboral y donde además no se ha variado el esquema económico, y en donde los autónomos no cierran ni por su propia defunción. No se ha variado el esquema económico, pues nuevamente el crecimiento se produce por déficit público (véanse los datos de deuda y déficit de las diferentes Administraciones), donde además los datos desmienten la bonanza de nuestras relaciones comerciales exteriores.

En este sentido, el déficit comercial, debemos señalar que ha sido aparecer un impulso de demanda privada y rápidamente se revitaliza ese desequilibrio. Mala combinación que el economista Pedro Sánchez debería señalar con mucho mayor énfasis; es aquí donde reside un problema que se nos había anunciado que ya no se producía. Por cierto un déficit comercial donde la caída del petróleo tiene un efecto algo más que balsámico. Alguien se preocupó por señalar que el crédito del sector privado está bajando, pero a cambio de un repunte del perteneciente al sector público.

No preocupó la educación, donde los informes PISA siguen siendo penosos. ¿Es que nadie piensa en la preparación de nuestros jóvenes, en los índices de abandono escolar, en la podredumbre en cuestiones básicas como las matemáticas o el inglés? Y sí, la educación es un tema económico pues es el puente para nuestros jóvenes entre la escuela y el mercado de trabajo. Nadie se da cuenta que los centros de educación, en todas sus escalas, dan la espalda al mercado laboral.

Cómo es posible que Pedro Sánchez no sacara -ni ningún otro de los intervinientes- a colación el análisis realizado por la Comisión Nacional de Mercados y Competencia sobre los diferentes mecanismos de contratación pública, donde ante una falta alarmante de libre mercado el sobrecoste de licitaciones públicas alcanza un valor del 25 por ciento, más de 48.000 millones. ¿Es que ni al PP ni al PSOE les importa que se malgaste el dinero de los contribuyentes? Contribuyentes que han visto cómo se les ha subido los impuestos, con una caída de las prestaciones públicas no compensadas por descensos de consideración del gasto público.

De financiación a las CCAA no se ha hablado. Ya llegó Montoro a socializar las pérdidas de las más manirrotas. ¿Alguien puede pedir que Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, venga a poner orden en Hacienda, especialmente en financiación de autonomías?

Uno esperaba que, ante la presión de partidos sin representación actualmente, algunos populistas como Podemos, o la que parece una fuerte irrupción de Ciudadanos (donde está por abrir el melón) entonaran toda una retahíla de reformas y replanteamientos de ambos partidos. Eso, y no otra cosa, es probablemente lo que muchos ciudadanos queríamos escuchar: medidas que nos anunciaran que no se iban a volver a producir los errores del pasado. Pero no, ha sido más de lo mismo, de aquello que nos ha llevado al hartazgo y enfado de la ciudadanía.

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