Opinión

Nueve años llenos de emociones

elEconomista cumple exactamente hoy nueve años. Un tiempo en el que nos consolidamos como el segundo medio económico online del mundo occidental, sólo por detrás de The Wall Street Journal, y por delante del alemán Handesblatt , el italiano Il Sole-24Hore o el francés Les Echos. Cada mes, alrededor de diez millones de personas diferentes son usuarios de elEconomista desde algún lugar del planeta. Una cifra impresionante, reflejo del empuje de los nuevos instrumentos para las empresas y los mercados financieros globales.

Hemos logrado en un tiempo récord el objetivo que nos fijamos en el nacimiento: convertirnos en líderes de la prensa económica en español. Nada de ello sería posible sin el extraordinario desarrollo en América. Estamos presentes con personal propio en seis países de Iberoamérica, además de Estados Unidos. El 40 por ciento del tráfico de nuestras webs procede del otro lado del charco. En estos momentos nuestro foco de crecimiento está en México. Un país cuya población casi triplica la española, con un futuro prometedor.

También somos líderes en redes sociales y el grupo español con mayor número de revistas especializadas en diferentes sectores económicos. Fuimos pioneros en el lanzamiento de revistas digitales. Antes del verano tenemos previsto contar con más de una veintena de cabeceras, que ustedes pueden descargarse gratis a través de www.eleconomista.es o en nuestro el kiosko de Apple o Androide. El periódico en papel es el segundo del mercado español, pese a su juventud, y el único que crece en cuota de mercado y en lectores: la difusión mejoró el 4 por ciento en enero, el último dato oficial.

Aquí no terminan las novedades: desde este lunes podrán disfrutarlo de un portal totalmente renovado, que amplía la profundidad de sus contenidos. Preparamos, ademas, el lanzamiento de productos novedosos para captar un público más amplio. Los detalles los revelaremos en el momento adecuado. No paramos de crecer y de innovar, es algo que está en nuestro ADN.

Somos el único medio de comunicación español escrito que en la crisis mantuvo la plantilla estable y la incrementamos en los últimos meses, sobre todo gracias al crecimiento en América Latina.

Muchas veces me preguntan cuál es la fórmula, como en la Coca-Cola. Creo que es el premio a permanecer fieles a los principios fundacionales, que se resumen en una férrea defensa de la libertad de mercado. Fuimos los primeros en criticar la politización de las cajas y la necesidad de profesionalizar su gestión. También en denunciar las artimañas heterodoxas del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, y su director de comunicación, Juan Astorqui, fruto de una mezcla de amiguismo y clientelismo político, como luego se vió.

Por supuesto, dimos el empujón final para la caída del expresidente de la CECA (la patronal de las cajas de ahorro), Juan Ramón Quintás, y de su director de comunicación, Carlos Balado, rehabilitado sorprendentemente por una entidad financiera privada. Detrás de la presunta Responsabilidad Social de las extintas cajas, que ambos defendieron a ultranza, hallamos en muchos casos una vía oculta para despilfarrar el dinero público.

Tampoco nos tembló el pulso en narrar las correrías de Teddy Bautista, el funesto expresidente de la Sociedad General de Autores (Sgae), cuya voracidad recaudatoria irrumpió en bodas y banquetes de millones de ciudadanos. O en denunciar los escándalosos sobrecostes en el almacén de gas Castor, frente a las costas de Castellón, que para más Inri hizó temblar las entrañas de la tierra.

Quizá fue el Gobierno de Zapatero el que nos brindó mayores oportunidades. Nos ganamos la animadversión de su Ejecutivo en pleno tras anunciar una y otra vez el cataclismo económico que sobrevino. También la del exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien desmintió rotundamente que el FMI y el BCE prepararan una línea de liquidez para mantener a flote España, como luego se confirmó. Realmente, fueron días intensos desde el punto de vista informativo.

Recientemente destapamos los frágiles cimientos del Banco Espírito Santo, que lo hundieron para siempre; así como la trama urdida entre el Ministerio de Defensa actual y el presidente de la Fundación Everis, Eduardo Serra, para quedarse con Indra; o el dedazo utilizado por el ya felizmente expresidente del cementerio nuclear de Villar de Cañas para adjudicar contratos al grupo empresarial de Florentino Pérez.

Somos, por último, el primer medio en denunciar los presuntos fraudes fiscales de Pablo Iglesias, y de su lugarteniente, Juan Carlos Monedero. Después nos siguieron el resto, como ocurrió con Blesa o Teddy Bautista. Son nueve años llenos de emociones y de defensa de nuestros principios lo que nos granjeó su confianza. Gracias.

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