
La capacidad de Grecia para desestabilizar la economía de la eurozona es menguante. La UE se va dotando de mecanismos financieros para minimizar el riesgo de contagio.
Si con Alexis Tsipras Bruselas accede a renegociar deuda y medidas de ajuste, otros países rescatados intentarán hacerlo también. Esto acentuará el necesario debate europeo sobre la compatibilidad entre austeridad y crecimiento. Para mejorar la precaria situación social es fundamental asimismo que se mantenga la voluntad griega de continuar el arduo proceso modernizador iniciado en 2010. Es necesario dejar atrás las viejas estructuras clientelares, corruptas y oligárquicas.
La polarización que ha generado la crisis es ideológica y generacional. Si el partido Syriza se impone en las elecciones ello incidirá en el mapa político del sur de Europa. En especial, España y Portugal, que tienen una cita con las urnas a finales de año. Para el joven Tsipras, el sur de Europa debe marcar el camino: subida de impuestos, renegociación de la deuda, nacionalización de la banca?
No obstante, Grecia y España sólo presentan coyunturas parecidas en determinados campos. Tsipras y Podemos coinciden en puntos programáticos, como auditoría de la deuda, cambio en el papel del BCE, y recuperación de sectores estratégicos de la economía. Hay quien cree que una victoria de Tsipras daría alas a la formación de Pablo Iglesias. Sin embargo, es más probable que Syriza en el poder y ante las complicaciones específicas del caso griego, sin soluciones sencillas a corto plazo, conlleve una disminución en el apoyo a Podemos.
El fenómeno Syriza como referente para otras fuerzas europeas no tiene por qué ser negativo. Aunque aspiran a un cambio de rumbo, los simpatizantes de Syriza quieren seguir siendo parte de la UE. Si accede al Gobierno, es previsible su moderación y una actitud constructiva. Ello implicaría una desmovilización de rupturistas y antisistema.
Si bien un eventual giro político en Grecia no tendría un impacto inmediato ni en el Parlamento ni en la Comisión, la situación cambia en el Consejo de la UE. Con el Tratado de Lisboa, los temas que requieren unanimidad son cada vez menores, aunque no irrelevantes. Es el caso de la política fiscal, la cultural y buena parte de la política exterior y de defensa. Si un país pequeño se considera acorralado, puede optar por la amenaza de bloqueo.
Los partidos Nueva Democracia, del primer ministro conservador Andonis Samaras, y Syriza encarnan proyectos distintos no sólo en cuanto a programas de ajuste. Las divergencias se extienden a otros temas centrales de la agenda europea. Tsipras ha venido matizando sus mensajes al exterior. Después de que el partido abogara por la salida de Grecia de la OTAN y el cierre de las bases que EEUU tiene en Creta, se afirma que en la actualidad "no es prioritario". Incluso que "una ruptura con la OTAN no interesaría al país". Y es que la pertenencia a la alianza provoca divisiones en la propia Syriza, una de las razones por las que se ha decidido pasar de puntillas sobre esta cuestión en la campaña electoral.
Igualmente, ha variado la postura sobre la política de sanciones a Rusia, principal socio comercial de Grecia. Si antes era objeto de críticas, ahora resulta 'prematuro' anticipar una oposición en Bruselas.
Grecia es un país clave en lo que se refiere a la protección de las porosas fronteras exteriores de la UE. Syriza quería dar a todos los inmigrantes, incluidos aquellos en situación irregular, acceso pleno a los servicios de salud y educativos. Una loable política que, ante la posible penetración de terroristas, llama a compatibilizar con la seguridad pública. Europa espera con expectación los resultados de Atenas. Pero nadie teme ya a Tsipras en la Unión.