THE NEW YORK TIMES (EEUU)
Para los 60.000 residentes del condado rural de verdes colinas y pequeños pueblos de Cañar, en Ecuador, la emigración es una especie de rito de paso. La proporción de personas de Cañar que salen del país es mayor que la de cualquier otra región. Más del 70 por ciento de sus hogares reciben remesas cada mes, y dependen de ellos para cubrir sus necesidades. Existen perjuicios, sobre todo para los niños, que se quedan atrás, cuando los padres marchan, o los acompañan en viajes peligrosos. Pero más allá, Cañar también representa uno de los grandes beneficios de la emigración: un acceso sin precedentes a la educación y al empleo, la libertad de movimiento y la independencia financiera de mujeres, especialmente las indígenas.