Opinión

A tiempo de corregir el frenazo

La política de rigor preconizada por Merkel ha llegado al extremo de atenazar al BCE y debe permitirse un equilibrio.

Tras dos días en los que el pánico casi llegó a dominar los mercados, el ánimo de los inversores dio ayer un viraje que propició que el Ibex 35 se apuntara su mayor incremento del año, casi un 3 por ciento. Más allá de la volatilidad bursátil, este movimiento constituye otra prueba de que resulta exagerado tomar en serio la apuesta por una tercera recesión europea que tan clara parecían tener los inversores.

De momento, lo que hay sobre la mesa, con cifras contrastadas, no pasa de un estancamiento de la economía de la Unión Monetaria.

Es preocupante, sin duda, como lo son otros factores perturbadores: el enfriamiento de los emergentes, la llegada a Occidente del ébola o la guerra no declarada en Ucrania. La ventaja distintiva en el caso europeo radica, sin embargo, en que la situación ha empeorado hasta el punto de que toda solución provisional ha de quedar descartada.

Es ya imprescindible abordar el problema de fondo que arrastra Europa: el rigor fiscal que propugna Alemania llegó a su extremo. Ha supuesto, en primer lugar, el atenazamiento de la actuación del BCE, cuya cada vez más urgente compra de deuda pública encuentra atorados los cauces directos, y tiene que seguir vehiculándose por la vía de los bancos. Pero, además, Berlín se ha excedido hasta el punto de poner en peligro su propio modelo de crecimiento, en la medida en que los clientes europeos de sus exportaciones se encuentran ahogados. El rigor fiscal puro condujo al estancamiento.

Las reformas y el control de las cuentas públicas siguen urgiendo, pero han de combinarse con cierta flexibilidad para la inversión productiva en los países que han hecho los deberes. Europa está a tiempo de evitar el desastre.

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