Opinión

Cataluña, mayor amenaza que Escocia

Imagen: Reuters

Una pequeña nación con una historia orgullosa, un pasado económico rico y una apuesta audaz por la independencia de un vecino dominante. Hace unas semanas, Escocia aspiraba a escindirse del Reino Unido. Ahora es Cataluña la que podría hacer lo mismo de España. Las ocho plagas que sufriría Cataluña ante una eventual independencia.

El interrogante escocés ya se ha resuelto, al menos por ahora, pero el impulso independentista catalán es una amenaza mucho mayor para los mercados europeos que el movimiento escocés, por tres razones. Primero, tiene muchas más probabilidades de ocurrir (Escocia tenía pocos incentivos económicos para separarse pero a Cataluña no le faltan).

Segundo, la independencia de Cataluña perjudica a la estabilidad de la moneda única. Y por último, si a Londres no parecía importarle perder a Escocia, a Madrid sí que le importa. La discusión podría ponerse fea. A los mercados les costó despertar a la amenaza que planteaba la escisión escocesa pero cuando lo hicieron, se tambalearon.

Tampoco se han dado cuenta todavía de la amenaza de Cataluña pero cuando lo hagan, podría haber un hundimiento importante. El movimiento independentista catalán lleva cobrando fuerza muchos años y parece haber llegado a un punto de inflexión. Tras el referendo escocés, el gobierno autonómico fijó la fecha de su propia votación el 9 de noviembre. La pregunta será muy simple: ¿quiere seguir siendo parte de España o no? Pero el gobierno español ha rechazado de plano el derecho de los catalanes a decidir.

El tribunal constitucional ha anulado la votación y está por ver si seguirá adelante. Si lo hace y los catalanes votan que sí, será difícil resistirse a darles la independencia. Después de todo, los días en que se forzaba a la gente a permanecer en un estado en contra de su voluntad democrática son supuestamente historia.

¿Podría ser viable o no?

En realidad, no hay ninguna razón por la que Cataluña no pueda ser perfectamente viable como país independiente, como tampoco había motivos por los que Escocia no pudiese prosperar por su cuenta. Con 7,5 millones de habitantes, sería el 99º país más grande del mundo -no exactamente enorme pero hay 94 miembros de la ONU que son más pequeños-.

Tendría un PIB de 314.000 millones de dólares según los cálculos de la OCDE, que la convertiría en la 34º mayor economía del mundo -por delante de Portugal y Hong Kong, que son perfectamente viables por sí solos-. Su PIB per cápita sería de 35.000 dólares, superando al de Corea del Sur, Israel o Italia. Nada que temer por aquí. Aun así, cuando pareció por un momento que Escocia se iba a escindir del Reino Unido, la libra se tambaleó y los precios de las acciones de Londres se estrellaron (pese a que la ruptura escocesa habría afectado relativamente poco a la economía global).

La secesión catalana sería mucho más grave para la economía y mercados de Europa. He aquí el porqué. Primero, es mucho más probable que ocurra. Pese a la retórica nacionalista, Escocia tenía poco que ganar de la independencia. El Reino Unido es una economía relativamente próspera y aunque a Escocia le ha ido bastante bien, su población envejece y se enfrenta al declive de los ingresos del petróleo. Ha estado subvencionada por el país al que pertenece y era probable que aumentara su dependencia con el tiempo.

Aunque las cifras se rebaten con furor, hay muchos indicios de que una Cataluña pudiente subvenciona al resto de España. Peor aún, la propia España está anclada en una unidad monetaria disfuncional que, pese a un pequeño despegue este año, ofrece poco aparte de una recesión machacante, paro masivo y deuda en aumento. No cuesta alegar que a Cataluña le iría mejor sola. En realidad, las personas votan con la cartera (no siempre, pero casi). En Escocia, la cartera dijo "no". En Cataluña podría decir "quizá", como mínimo. Si lo más probable es que los escoceses votaran que no, sería imprudente llegar a la misma conclusión con Cataluña.

Además, la independencia sería un suceso dramático para toda la zona de la moneda única. Escocia sólo comparte la libra con el Reino Unido; Cataluña tiene la misma divisa que el resto de la eurozona. ¿Qué pasa si una sección de un estado miembro se escinde? ¿Puede seguir con el euro o tiene que solicitarlo? ¿Qué ocurre en el periodo intermedio? ¿Quién asume sus deudas y cómo se dividen con el resto del estado español? Nadie tiene la más mínima idea de cómo contestar a estas preguntas.

El euro se supone irreversible pero si una región se separa, nada impedirá que otras también lo hagan. El euro ya tiene suficientes interrogantes sobre su cabeza y uno más no le va a ayudar; hasta podría volver a hundir a la moneda en una crisis. Por último, escindirse no será fácil. El gobierno británico autorizó el voto en Escocia y aunque el primer ministro David Cameron hizo campaña contra la secesión, no había duda de que si los escoceses decidían seguir ese camino, se les permitiría hacerlo. Sería un divorcio amistoso.

Madrid no opina así. Nadie sabe qué pasaría si Cataluña vota por la independencia. Podría haber un largo periodo de hostilidades mientras se negocia la ruptura y una relación desagradable entre ambos estados. No precisamente lo que necesita la estabilidad de una economía europea ya vacilante.

Los mercados de bonos españoles ya dan muestras de inestabilidad antes de la votación el mes que viene pero la experiencia escocesa sugiere que los mercados sólo despertarán en serio a la amenaza una semana antes de que ocurra. Partiendo de eso, la primera semana de noviembre podría ser accidentada para el euro? y para todas las grandes bolsas europeas.

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