
España es un país de albañiles y camareros y así se va a quedar. Los datos conocidos esta semana apuntan a que el turismo se consolida como el primer motor de la recuperación, con una aportación directa al Producto Interior Bruto (PIB) del 7 por ciento y el generador de más del 10 por ciento del empleo nacional.
El sector de la construcción, que creaba una riqueza superior incluso a la del turismo antes de la crisis, comenzará también a levantar el vuelo el año que viene con tasas de actividad positivas del 6 por ciento, sobre todo en vivienda residencial. ¡No es para tirar cohetes, pero bienvenido sea! La venta de este tipo de viviendas cayó alrededor del 90 por ciento al pasar de las más de 800.000 de 2006 a las poco más de 80.000 del año pasado.
El buen funcionamiento del turismo y la construcción son vitales para nuestro país, porque son dos sectores creadores netos de puestos de trabajo. Sobre todo de mano de obra poco cualificada, que llena las colas del paro. Por tanto, la primera lección para los gobernantes es que procuren la buena marcha de ambos sectores.
La demonización de los empresarios del mundo de la construcción y del inmobiliario fue uno de los primeros pecados capitales de Zapatero. El estallido de la burbuja, poco después, se encargó de dar la puntilla al sector y disparar el desempleo.
I+D, un futuro inalcanzable
Los políticos se llenan la boca hablando de la importancia de la I+D y del emprendimiento. Pero eso es un futuro inalcanzable más que una realidad. La innovación española sigue a la cola de los ranking, y más después de los fuertes recortes del gasto público. Lejos queda la aspiración de dedicar el 2 por ciento del PIB para alcanzar la media europea.
El sector exportador, que llegó a suponer casi dos tercios de la actividad en los años de la recesión, se detuvo en seco, como consecuencia de esa falta de innovación. Seguimos siendo un país de tecnología media, con excepción de sector del automóvil, que está completamente en manos foráneas. Los bienes de equipo junto con la química y el consabido sector agroalimentario son los únicos puntos fuertes en el exterior.
Hay mercados como los de Lejano Oriente o Norteamérica que prácticamente permanecen vírgenes para los productos españoles. Europa, sobre todo Francia y Alemania, (ni siquiera América Latina) es el principal puerto de las ventas en el extranjero.
La balanza comercial volvió a los números rojos y el crecimiento de las exportaciones, que estuvo a la cabeza de Europa y nos hizo acariciar la idea de que podría tirar de la economía en el futuro, se quedó en un sueño de verano.
¡Si por lo menos tuviéramos una Administración eficaz! Pero más bien es al contrario. El gasto público vuelve a acercarse al 50 por ciento del PIB, pese al elenco de reformas y ajustes de los que presume Rajoy, y la recaudación per cápita se hunde hasta niveles inferiores a los de Grecia o Portugal, según la información publicada por elEconomista. La crisis no logró achicar y modernizar la Administración.
El nuevo modelo del empleo low cost
España vuelve a crear empleo, de bajo coste y a tiempo parcial. Se dice que es lo usual en las primeras fases de una recuperación. Pero todo apunta a que el empleo low cost llegó para quedarse, porque ante la imposibilidad de acometer una devaluación monetaria, el arma para combatir las crisis es la devaluación salarial.
No hay más que echar un vistazo alrededor. Países como Estados Unidos o Alemania logran acercarse al pleno empleo gracias a los puestos baratos o a tiempo parcial. Se trata del nuevo modelo de economía liberal y no de una coyuntura pasajera.
El fiel reflejo de este nuevo empleo son las cuentas de la Seguridad Social. Los gastos superan a los ingresos en el primer semestre, pese a que "todo va tan bien", como este sábado publica elEconomista.
Para más inri, en los dos últimos años nos gastamos 25.000 millones del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, casi el cuarenta por ciento del total. ¿Vamos a crecer y crear empleo para reponer lo gastado desde 2012? Parece imposible, teniendo en cuenta que la población en edad de jubilarse se duplicará de aquí a 2025.
La reciente reforma de las pensiones se quedó corta en sólo unos meses. Además de trabajos peor remunerados para ser competitivos, habrá minipensiones. Así será la España del futuro. Hemos salido mucho más pobres de lo que entramos en la crisis, y así vamos a seguir durante un largo tiempo. Una economía mileurista para un país de camareros y ¡con suerte! Volverán los albañiles. Es el premio a unos políticos cortos de miras, que desaprovecharon la ocasión para abordar reformas estructurales. ¡Y encima se sorprenden ante la posibilidad de que gobierne Podemos!