
Existe un consenso general para afirmar que la crisis ha tocado fondo. En los últimos meses se han visto bastantes signos positivos, el PIB empieza a crecer y la ausencia de malas noticias empieza a generar confianza en el mercado laboral , un factor clave para su crecimiento. Sin embargo, la recuperación no será rápida. Y la duda es saber si una recuperación lenta será suficiente.
La realidad, que no todo el mundo quiere ver, es que el mercado laboral español está roto y que, en los últimos 30 años, con una tasa de desempleo media del 16%, nunca ha funcionado. El verdadero problema hoy es que nada parece indicar que las cosas, en el mercado laboral , vayan a cambiar sustancialmente. Y si no aprovechamos para cambiar el modelo, habremos perdido una gran oportunidad de futuro. Según la Guía del Mercado Laboral 2014, realizada por Hays, casi el mismo porcentaje de empresas que realizaron despidos en 2013 (54%) realizará contrataciones en 2014 (53%). La Guía, que ofrece un análisis global de tendencias y salarios en España, confirma un tímido repunte económico a partir de la segunda mitad de 2013 y refleja un mercado fuertemente debilitado donde el paro juvenil y el desempleo de larga duración son especialmente preocupantes, con un fuerte impacto el plano económico, el político y el social.
La remontada de la economía española no será equilibrada en todos los sectores -los más dañados siguen siendo Construcción e Inmobiliaria- e insiste en la necesidad de reducir el gran desajuste entre las aptitudes de los trabajadores, la formación que escogen, las habilidades que desarrollan y la realidad que demanda el mercado laboral . Este se nutre, sobre todo, de la confianza en el futuro, porque contratar un empleado o unirse a una empresa es un compromiso que, en un entorno tan inestable, supone también un riesgo. El mercado laboral español es un enfermo crónico que burla, una y otra vez, las recomendaciones de los médicos. La OCDE insiste en la necesidad de realizar otro ajuste en una reforma laboral que hasta ahora los empresarios consideran que les ha ayudado muy poco. En paralelo se mantiene la tentación de seguir apoyando la productividad básicamente en la contención salarial, pero la competitividad de España en el mercado global no puede basarse exclusivamente en una disminución de los costes laborales. No hay competitividad sin calidad e innovación. A pesar de las buenas noticias, seguimos sin encontrar la salida del laberinto.
En el mercado laboral español hay tres grandes elementos sobre los que hay que actuar si queremos empezar a resolver el problema de fondo: la productividad, la seguridad y la remuneración. Tres componentes que hay que balancear de manera eficiente y valiente. Es fácil ser más productivo bajando los costes de producción, pero quizá no sea lo más inteligente. La productividad debe estar ligada a la innovación y el valor añadido. La remuneración, a la productividad y la seguridad debe tener sus límites y no estar ligada necesariamente a la edad y la antigüedad.
La gran pregunta es si queremos un mercado laboral dual, donde unos viven cada vez más en precario y otros son los afortunados, o bien, estamos dispuestos a repartir los esfuerzos entre todos de manera solidaria, porque hoy la riqueza disponible se reparte, fundamentalmente, entre los que tienen trabajo. Todo esto supone aportar otro tipo de flexibilidad al mercado. Por ejemplo, que los salarios se recorten también en las posiciones de arriba y que los que tenemos trabajo estemos dispuestos a reducir nuestra retribución a cambio de que haya más gente trabajando. Renunciar a parte de nuestra seguridad, indemnización y subsidio de desempleo, y repartir esa riqueza con los que tienen más difícil su vuelta o ingreso en el mercado laboral .
También hay que mejorar los servicios públicos de empleo para que, en vez de administrar desempleados y subsidios, sean más eficientes en la colocación de los parados. Una tarea en la que deben colaborar las empresas privadas con su expertise y sus redes, porque no todos los desempleados son iguales y cada uno necesita un tratamiento específico que facilite su colocación. La última cuestión es reducir la brecha entre los conocimientos de los candidatos y los que demandan las empresas, cada día más grande. Cada año el sistema educativo produce decenas de miles de titulados en disciplinas que nadie solicita creando un excedente que engrosa las listas del paro. Del mismo modo, seguimos sin poner la atención necesaria en el dominio de otros idiomas, un requisito casi excluyente en la mayoría de los procesos de selección.
Christopher Dottie, director general de Hays España.