
La fatiga de la población ha castigado a casi todos los gobiernos reformistas de la UE.
Gracias a los ajustes y a las reformas, la recesión va expulsando todo el veneno que tenía dentro, lo que lleva a que tímidamente y sin gritar podamos afirmar que se confirma un cambio de tendencia tanto en nuestro país como en el resto de la eurozona. En el caso de nuestro país llevábamos tres trimestres de crecimientos positivos, hecho que consolida la sostenibilidad de la recuperación, aunque más de uno pueda hacer paralelismos y recordar lo que ocurrió en 2010. La diferencia es que entonces el escenario era bien distinto. El euro estaba altamente cuestionado. Y además, cometimos el gran error de endeudarnos en euros pensando que nos endeudábamos en pesetas. En aquel entonces teníamos un sector financiero muy tocado y hundido, y a pesar de que lo sabían en todas partes, excepto en España, claro, se tardó en actuar. Ahora por el contrario, gracias a la reforma financiera, el sector se ha saneado a la vez que se prepara para pasar su puesta de largo en octubre de 2014. Volviendo al año 2010, todavía es bueno recordar que aquí en nuestro país con contracciones de PIB y con un alto nivel de desempleo, los salarios seguían subiendo al 3,7 por ciento y la inflación llegaba a cerca del 4 por ciento. Lo que dicho de paso hacía que perdiéramos poder adquisitivo.
Hoy la situación ha cambiado. La reforma laboral y la moderación salarial están ayudando a transformar la destrucción de empleo en creación de empleo, aunque todavía no sea el suficiente. En cuanto a la baja inflación que tenemos como consecuencia de devaluación interna, muchas son las voces que se alzan atemorizadas, aunque dicho sea de paso, todavía no conozco a ninguna ama de casa que se queje por el hecho de que no suban los precios de la cesta de la compra.
Los ajustes y reformas han dado sus frutos de una manera dispar en la Unión Europea al encontrarnos con una Francia estancada por la tibieza con que ha aplicado las reformas, y una Italia cuya inestabilidad política le lastra crecimiento al grito de "eso de ahorrar era ayer". De lo que no cabe duda es de que la fatiga de la población ha castigado en las urnas en las recientes elecciones al Parlamento Europeo a casi todos los gobiernos reformistas. El auge de nuevas fuerzas, que no dudan en propagar que el ahorro se ha acabado, que hay que subir el salario o el adiós a las reformas, no hacen otra cosa que poner palos en las ruedas a la incipiente recuperación. Decir todas las tonterías posibles se manifestará bien pronto, tal y como son, en simples tonterías. De ahí que no me preocupe lo más mínimo el nuevo escenario europeo ya que imperará la cordura. Socialdemócratas, conservadores y liberales estrecharán sus lazos para continuar con el proceso de reformas que nos ha hecho salir de la recesión. Si no hay crecimiento no habrá empleo.