
Hay dos argumentos que van reforzando a los alcistas... Y eso, a mí, me pide abrir un poco el acordeón.
No me cuesta demasiado cambiar de opinión. Veinte temporadas en el mercado como operador dan para no sentir demasiada frustración cuando una idea no progresa. En tendencia, las cosas no cambian al ritmo que nos gustaría, ni existe -para frustración de los que buscan en los gráficos la solución a todas las angustias existenciales- ese nivel mágico por encima o por debajo del cual se puede pasar de toro a oso y viceversa. Es algo a lo que he tenido que acostumbrarme más como asesor de inversiones que como trader. En general, los inversores dicen entender que deben ser versátiles, estar abiertos a cambiar rápidamente, a perder dinero cuando el mercado sube si pueden ganarlo cuando cae, que comprenden el riesgo que asumen y un montón de cosas más... En general, se sobreestiman.
Desde hace años comparo mi trabajo como asesor de inversiones con usar un acordeón. Intento hacerle entender que la parte emocional de esta actividad, del trading en tendencia, es una de las partes más difíciles. Al trabajar expandiendo y contrayendo la exposición al mercado, nuestra mente se va adaptando a los cambios paulatinamente. Así, dentro del lateral, uno puede ir subiendo y bajando algunos puntos en zonas clave, con rupturas intermedias y por supuesto si se van perdiendo argumentos.
Y hay dos argumentos que van reforzando a los alcistas. Por un lado el tiempo, pues a medida que pasan los meses la posibilidad de un simple proceso correctivo de corte lateral se plantea como algo que gana enteros, frente al ajuste bajista. Necesitábamos que ciertas resistencias crecientes se fueran desplazando al alza y eso ya ha sucedido. Y, además, algunas dificultades han caído, como la llamativa vela potencialmente bajista desplegada en enero por el EuroStoxx 50. Si bien no lo han logrado índices como el Dax 30 y el Ibex 35 en su versión total return. Siguen quedando muchas cosas que romper, pero esto ya me pide abrir un poco el acordeón por si todo lo que necesitaba el mercado era lateralidad.