
A pesar de los casi seis millones de parados registrados según la EPA (Encuesta de Población Activa), por fin ha llegado el año en el que deja de destruirse empleo. Desde 2007 el número de parados en nuestro país no dejaba de aumentar; en 2013 el paro ha disminuido con respecto a 2012 aunque se trate de un simbólico 1,1%.
Visto así parece que vamos por el camino adecuado, pero si leemos entre líneas y tenemos todos los datos, la realidad es bien distinta. En 2013 se destruyeron casi 200.000 empleos, por lo tanto, el paro ha disminuido porque se ha producido un fuerte descenso de la población activa en más de 267.000 personas. Esta población activa ha disminuido en gran medida por los inmigrantes que han retornado a sus países de origen, españoles que han salido a trabajar fuera de nuestras fronteras o simplemente personas que han dejado de buscar trabajo.
Desgraciadamente, hay colectivos donde el paro continúa aumentando como los parados de larga duración y los jóvenes que buscan su primer empleo. Este último colectivo debe llamar especialmente la atención. Si estos jóvenes no puedan acceder a prácticas en empresas y a programas de aprendizaje, estaremos ante una generación perdida y todos seremos responsables de condenar a los jóvenes más formados de la historia.
Aunque los poderes públicos están tomando medidas para evitar el desastre, parece que todavía queda camino por recorrer y que realmente todos esos fantásticos datos macroeconómicos y alabanzas de los organismos internacionales no han llegado todavía al ciudadano de a pie.
Tareas pendientes
En cuanto a la reforma laboral, parece que ha llegado el momento de comprobar sobre el terreno los efectos de la misma, es indudable por un lado ha traído una mayor flexibilidad laboral que a corto plazo se ha transformado en contratos precarios y en bajadas de sueldos, y por otro lado ha provocado que se frene la sangría del desempleo. Con la legislación anterior, España necesitaba crecer al 2% para crear empleo, ahora parece que con una tasa de crecimiento mucho menor se empieza a estabilizar la destrucción de empleo.
Sin duda, uno de los pilares fundamentales para la recuperación del empleo pasa por una bajada de impuestos que aumente la renta disponible, suba el consumo y la inversión de las empresas. Está inversión es la que generará la confianza suficiente para que a medio plazo se creen más puestos de trabajo. Otra de las palancas que hay que accionar con fuerza es el fomento del emprendimiento.
Aunque, recientemente, ha entrado en vigor la Ley de apoyo a los emprendedores y a su internacionalización, y se ha avanzado mucho con respecto al pago de autónomos, limitación de responsabilidad, aplicación del criterio de caja en la gestión del IVA, etc. falta la gasolina para que el motor arranque: la financiación, que es sin duda una de las grandes asignaturas pendientes para crear empresas y por extensión crear empleo -no olvidemos que el 90 por ciento de las empresas en España tiene menos de 10 trabajadores-, de forma que el crecimiento del empleo vendrá por esta vía.
Por lo anterior y después de las ayudas públicas que los bancos han recibido y con una situación económica y financiera estable como la actual, las entidades bancarias le deben esta financiación al conjunto de los españoles, lo que exige que deben ser ellas quienes ahora ayuden a salir de esta situación y, en este aspecto, el Gobierno debería mediar para conseguirlo, no obligar, sino tomar medidas que lo favorezcan.
También es muy importante fomentar políticas públicas que ayuden a mejorar la cualificación del mercado laboral. La inversión en educación y en formación continua debe crecer. España ha dejado de ser un país de mano de obra barata para pasar a vender materia gris y para esto la formación es vital. En general, los trabajadores siempre han sido reacios a realizar formación continua, parece que una vez que hemos conseguido nuestro puesto de trabajado declinamos seguir realizando cursos. La actualización y el reciclaje del conocimiento es clave para mantener en un mercado tan competitivo.
Pero no hay fórmulas mágicas. Hay que seguir avanzando y dar paso a que la calidad, la innovación y el trabajo de nuestras empresas sea lo que nos saque de esta situación. Y para esto es vital que no se entorpezca su labor desde los poderes públicos y las dejemos crecer.
Carlos Martínez, director general de IMF.