
Para esta nueva semana le recuerdo que se cuide del rebote de mercado que tenemos entre manos.
Semana de ida y vuelta para la renta variable, que empezó como era de esperar y finalizó como era de suponer. Al principio los bajistas siguieron intentándolo, y de hecho lograron nuevos mínimos decrecientes, ligeros, en algunas plazas. Algunas de las más resistentes en los últimos tiempos, como la periferia europea, se negaron a acompañar el proceso manifestando las típicas divergencias que hablan de un posible movimiento en contra de la inercia en curso. Sólo unos días más tarde, todo lo que recordamos es la violenta recuperación que pone sobre la mesa exactamente lo que le planteaba la semana pasada: el rebote. El rebote del gato muerto, por supuesto.
En el evento que organizó este fin de semana elEconomista, en su sede, con algunos de los usuarios de Ecotrader, la pregunta que más me hicieron a la salida fue la de qué cabía esperar al repuntar el mercado: ¿Si no es el rebote del gato muerto, qué piensas hacer? No pienso hacer nada. Sucediendo algo esperado, no debería sentirse uno tentado a reconsiderar sus propias ideas. Ni siquiera con nuevos altos crecientes, circunstancia que pudiera verse en algunos índices de la periferia europea o en la tecnología norteamericana, por ejemplo, me invitarían a reconsiderar las cosas. Mi plan sigue siendo el de tener un bajo nivel de exposición a la renta variable mientras al mercado no se le pueda haber pasado, en tendencia, el efecto del exceso de optimismo que ha vivido. Y si me equivoco aceptaré el castigo: quedarme fuera de un rally que, atendiendo al pasado, tiene un 80 por ciento de probabilidad de necesitar más corrección o un amplio proceso lateral antes de ser una obligación moral.
Los que saben que desconocen el futuro no intentan preverlo sino adaptarse a las circunstancias. El mundo es un péndulo y, normalmente, va de un lado a otro antes de que la oportunidad regrese. La semana pasada le comentaba que se cuidase del rebote que estaba por llegar. Y esta semana le recuerdo que se cuide del rebote que ya tenemos entre manos.