
La devaluación del peso, que agitó ayer las bolsas muldiales, es el primer paso para la suspensión de pagos argentina.
La racha alcista con que comenzó el año se dio la vuelta en las últimas cinco sesiones y las bolsas mundiales se tiñeron de rojo. Se esperaba una corrección tras la caída del índice manufacturero chino, pero la razón de las bruscas caídas fue la devaluación del peso argentino.
El Ibex rompió el nivel psicológico del 10.000 y la caída puede proseguir en los próximos días. Esta mayor incidencia se debe a las inversiones de las empresas españolas en Argentina, aunque nuestra presencia corporativa en Latinoamérica tiene como principales objetivos México, Brasil o Chile.
La incertidumbre inherente al mandato de Cristina Fernández Kirchner ha hecho que la mayoría de las compañías españolas presentes en el país tengan provisionado el riesgo. Ahora se calibra la capacidad del efecto tango para provocar un empeoramiento en otros países emergentes, de los que Brasil podría ser el más afectado. No parece que se vaya a producir una crisis como la de los noventa, que contagió a todo el continente. Probablemente el efecto tango sólo sea coyuntural. La situación económica y financiera de la región es mucho más sólida, aunque los emergentes de todo el mundo tiemblan ante la posibilidad de que la Fed decida retirar más liquidez de la economía americana.
Otra cuestión es la suspensión de pagos hacia la que inevitablemente se encamina Argentina. La desastrosa gestión del Gobierno de Fernández Kirchner ha dejado a Argentina con las reservas al mínimo (menos de 30.000 millones de dólares) y no puede seguir aguantando artificialmente el peso. Tampoco puede hacer frente a su elevada deuda externa y a una inflación desbocada, que anuncian más sufrimientos para los argentinos, aunque el efecto tango se disipe para el resto.