
Europa no entiende que estamos ante una crisis que precisa de acciones más decididas.
En el año 2013 le dijimos adiós a la recesión, no a la crisis. El ejercicio 2014 se presenta con una marcada debilidad económica en nuestro país, muestra de ello es que probablemente el PIB crecerá por debajo del 1 por ciento, concretamente nuestro escenario central es 0,9.
Esta debilidad analizada por componentes viene sustentada por una ligera recuperación de la demanda privada, nueva caída de la demanda de la pública, estancamiento de la balanza comercial, sector constructor sin actividad y la sorpresa quizá, aún cuando contribuye poco en el saldo de la actividad, de los bienes de equipo que puede experimentar un revitalización. Quizá puede sorprender el estancamiento del saldo exportaciones e importaciones, pero esta situación ya se viene produciendo desde hace tiempo y sino es más patente es por el récord de la cifra de turismo, algo que quizá no se vuelva a producir este año, además de la debilidad de la demanda europea y la fortaleza de nuestro euro. Esta debilidad de la actividad y con un precio del petróleo que debería mantenerse estable, no permite traslucir presiones a los precios. Para el ejercicio recién estrenado el IPC puede oscilar entre el 1,2 - 1,5 por ciento de variación, algo que indudablemente aliviará los maltrechos bolsillos de las familias.
El mayor problema o el que más dudas presenta serán las cuentas públicas. Como he venido insistiendo hasta el momento, el Ministro de Hacienda ha intentado, no lo ha conseguido, cuadrar las cuentas con las exigencias de Bruselas. Para ello ha actuado por el lado de los ingresos subiendo impuestos, cuarenta por si no llevan la contabilidad, pero ha ido atrasando de forma manifiesta los recortes de las partidas de gasto. Es la dilación al abordar un recorte de los gastos del estado lo que parece imposibilitar que en diciembre del inaugurado año podamos estar en el 5,8 por ciento que nos dice Bruselas sino más bien en el 6,0 por ciento. Aquí me surge una pregunta. ¿Si no cumplimos los objetivos de déficit público, Bruselas permitirá bajar impuestos como el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha prometido?
Continuando con el cuadro macroeconómico me centro ahora en la cifra de deuda pública sobre PIB donde nos iremos prácticamente al 101,5 por ciento, todo un lastre para crecimientos futuros.
He dejado para último lugar las cifras de empleo que son las que muestran una mayor incertidumbre, el desempleo debe medirse por las datos de la EPA y son precisamente estos datos los que deberemos mirar con lupa, no tanto los del Inem, donde la variación que nos proporciona es la de los desempleados apuntados a las oficinas de desempleo, aquí el efecto desilusión o la no necesidad de estar apuntado para la obtención de la prestación por desempleo puede mostrar caídas aparentes de desempleados, aún cuando no lo son. En la EPA tendremos que analizar cómo varía la población activa, que viene mostrando una caída, y a partir de aquí hacer valoraciones. En principio no parece que el desempleo pueda ofrecer datos brillantes, sino más bien esperanzadores, tan solo a final de año parece posible este mejor comportamiento, pero aún así la ratio de parados caerá pero se situará muy próxima al 25 por ciento, cifra manifiestamente mala. El escenario vertido hasta el momento como puede apreciarse es bastante triste, mucho más si tenemos en cuenta la tremenda erosión de la clase media de este país.
Con todo los mercados financieros, deuda pública y bolsa podrían comportarse de forma dinámica. Los inversores han recuperado la confianza en el euro y en la no ruptura del mismo, algo que ha venido bastante bien en materia de inversión no solo a España, como trata de vender el gobierno, sino a todos los países periféricos, los denominados PIIGS. Cierto es que la política monetaria del BCE está agotada y bajadas adicionales son ya testimoniales, sin embargo desde Frankfurt, y a partir del primer trimestre, podrían llevarse medidas no ortodoxas como LTROs, incluso quizá esta vez orientadas más a familias y empresas para tratar de romper el efecto crowding out o expulsión del sector público. El relajo de la percepción de riesgo puede impulsar a un diferencial, prima de riesgo, frente a Alemania de 125 p.b. De esta relajación tampoco será ajena la bolsa, que podría situar al índice Ibex 35 sobre niveles de 11.000-11.500, un recorrido posible puesto que existe un margen de impulsar las cuentas de resultados por el lado de los gastos financieros. La caída del fuerte diferencial a la que se ven obligadas a hacer frente nuestras empresas, así como un mayor margen de financiación, ofrecen una cierta garantía de este impulso. Un apunte a tener en cuenta en la agenda serán los test de stress de finales del primer cuatrimestre, a los que los principales bancos se enfrentaran como paso previo a la unión bancario. La atención debe estar en el tratamiento que en los mismos se dé a la deuda pública española, donde la posición e inversión de los bancos es cuantiosa.
Un año complicado, sin una recuperación sólida y vigorosa, preelectoral y en donde el papel del Banco Central debe ser fundamental para no empeorar la situación. Existe margen, más amplio del que puede desaprenderse de este análisis, de un empeoramiento si el BCE no apoya. De los funcionarios de la CE poco podemos esperar pues siguen sin entender que estamos ante una contracción de balances que debería haber llevado a una actuación diferente y más decidida de los que lo han hecho.