
Mas quiere forzar a Rajoy a negociar y alargar su mandato hasta que cambie el Gobierno central.
El presidente de la patronal andaluza, Santiago Herrero, presentó esta semana la renuncia voluntaria tras descubrirse un pufo de 30 millones de euros relacionada con la promoción inmobiliaria, como publicó elEconomista. Herrero hizo toda su carrera laboral en la CEA y pese a que jamás ejerció como empresario, llevaba más de 20 años en puestos directivos, desde donde se codeaba con las elites empresariales andaluzas y ejercía una de las vicepresidencias de la CEOE. Su nombre sonó para ocupar la presidencia de la patronal española durante la etapa de Zapatero y de Manuel Chaves, al frente del Gobierno andaluz. Ambos apoyaron con millones la gestión de Herrero, sin control sobre su gestión.
Un alto cargo de los empresarios alemanes me decía el otro día que el problema de España no es la corrupción, sino la falta de instrumentos jurídicos para perseguir a sus responsables y sancionarlos. El escándalo de la patronal sigue al de UGT-Andalucía.
El jefe de los empresarios andaluces se revolvió contra Juan Rosell, presidente de la CEOE, cuando le pidió que se marchara. "¿Por qué me tengo que ir yo?, le espetó. El secretario general de UGT en Andalucía, Francisco Fernández Sevilla, se resistió durante semanas a presentar su dimisión. Lo hizo porque la Junta reclamó la devolución de 1,8 millones utilizados de manera fraudulenta. El propio Cándido Méndez, que procura echar un manto de tierra sobre los numerosos escándalos que asedian a UGT, se permite la desfachatez de decir que si él considerara que "es una carga para su sindicato, sería el primero en renunciar". No sólo es una carga, como siga al frente de UGT aplastará al sindicalismo español. Allá él.
Rosell actuó como debía. Pero aún le queda trabajo por hacer. El jefe de la patronal madrileña, Arturo Fernández, sale un día sí y otro también en los periódicos por sus deudas con Hacienda. Él se defiende con que representa las dificultades por las que atraviesan hoy miles de empresarios y es cierto, por desgracia. Un puesto así debe ser ostentado por alguien que sea ejemplo para el resto. Hay otros muchos miles que están al corriente con el fisco.
El exceso de vanidad no sólo anida en las patronales. Ahí tienen a Juan Miguel Villar Mir, a la sazón presidente de OHL, que va por su quinto reconocimiento nacional o internacional desde que fue imputado por la Audiencia Nacional por las presuntas donaciones al PP.
Cuando manifesté mi sorpresa a Arturo Fernández porque desde la Cámara de Madrid, que también preside, se diera el Premio Tiépolo a un imputado como Villar Mir, me contestó algo así: "Eso son tonterías, si no ha hecho nada, además, hay tantos [imputados]". Como Arturo Fernández, soy partidario de respetar la presunción de inocencia, pero premiar por ello, me parece excesivo. ¡A lo que hemos llegado!
El mesianismo es un mal endémico del poder en España. Aznar creyó (aún lo debe de pensar) que él era el elegido para conducir a España por el camino de la prosperidad y la virtud. Su sucesor, Zapatero, despreció, como se ha visto, los consejos de su vicepresidente, Pedro Solbes, para enderezar el rumbo de la economía y encargó la tarea a una neófita en la materia, Elena Salgado, quien llevó a España a la ruina. Hoy Zapatero sigue culpando a la crisis internacional, que se resistió a identificar hasta que lo arrolló. Todo vale, menos reconocer los errores.
Otro Mesías fue el exlehendakari Juan José Ibarretxe. Lo conocí cuando aún era vicepresidente económico del Gobierno vasco y presumía de ser de Vitoria, la provincia con menor pedigrí de las Vascongadas. Cuando traspasó la puerta de Ajuria Enea se transformó en el más férreo defensor del nacionalismo, fue el inventor del referéndum separatista, que casi dinamita el PNV y le hizo perder el gobierno. Ahora peregrina con su doctrina por universidades extranjeras.
Como aprender de los errores pasados es una costumbre en desuso, Artur Mas recurrió esta semana al mismo truco. El presidente de la Generalitat lo hace, por lo visto, para ganar tiempo, ante la presión de su socio de ERC, Oriol Junqueras, que a cambio aprobará los Presupuestos. Su estrategia va dirigida a presionar a Rajoy para que se siente a negociar una mejora de las condiciones económicas para Cataluña.
Mas es consciente de que su autonomía jamás podrá independizarse de España, simplemente porque no puede permitirse el lujo de abandonar el euro, al igual que lo era José Antonio Ardanza, antecesor de Ibarretxe, que gobernó en Euskadi durante más de un lustro. El nuevo Mesías catalán sabe que conduce a su pueblo hacia el abismo y sólo pretende alargar su mandato hasta 2016 para dar tiempo a que cambie el Ejecutivo de Rajoy, según sus allegados. El problema es el desgaste para Cataluña y para CiU de una travesía por el desierto tan larga.
El representante genuino del cóctel molotov entre mesianismo, corrupción y poder es el imputado Miguel Blesa de la Parra, expresidiario y expresidente de Caja Madrid. Su gestión sirvió para encubrir presuntamente el pago de millones a un grupo de ex altos cargos del PP (incluido él mismo) y sus amigos que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, se empeña en tapar con sus fiscales. Pero esto requiere un capítulo entero de otro artículo.