Blesa fue aupado por Aznar a Caja Madrid, se convirtió en el banquero de Gallardón y usó la entidad en beneficio propio.
Miguel Blesa fue aupado a Caja Madrid por José María Aznar cuando era presidente del Gobierno y se convirtió en el banquero de Alberto Ruiz Gallardón, en la Comunidad y en el ayuntamiento. El compadreo y la pelea política que se desataron en torno a la entidad ocultaron la "aberrante" gestión que denuncia el auto del juez. Blesa fue nombrado presidente, gracias a un pacto entre el PP y CCOO, cuando no reunía el perfil para desempeñar ese cargo. Pero ambicionaba el puesto y se lo pidió a Aznar, que le cumplió el deseo. Sin exculpar ni un ápice la responsabilidad directa de Blesa, cabe preguntarse qué hicieron los consejeros de la entidad para evitar los desmanes de Blesa. Pactaron, miraron para otro lado y consintieron una operación como la compra del Citi National Bank of Florida, que se fraccionó para sustraerse a la preceptiva autorización de la Comunidad de Madrid. Blesa trató de que el asunto pasara de puntillas por el consejo de administración, que sin problemas aprobó el proyecto por unanimidad. Los asientos en los consejos de las cajas los ocupaban en su mayoría personas sin conocimiento del negocio, cuyo mérito era pertenecer a un partido o un sindicato -una perversión de la participación democrática-, sin hacer ascos a los emolumentos que cobraban por una función ejercida con irresponsabilidad.
En Madrid, Gallardón, Juan Bravo -concejal de Hacienda- y Ana Botella mantuvieron un pulso con Esperanza Aguirre por el control de la caja porque les facilitaba financiación fuera del marco presupuestario. Una prueba más del cóctel explosivo que forman la política con los intereses económicos. Afortunadamente la reforma financiera, como recordó ayer la vicepresidenta, frenó este maridaje y obliga a las entidades a volver a su negocio.