Opinión

Todo está en manos de la prima de riesgo

El Gobierno confía en que la prima se acerque a los 200 puntos para evitar nuevos ajustes.

La espectacular subida de la bolsa (concluyó con un alza semanal del 5,39 por ciento), unida a otra noticia aún mejor, la caída de la prima de riesgo, logró vencer la sensación agridulce que nos deja una semana en la que el desempleo saltó la barrera de los cinco millones y se aceleran los anuncios de reestructuraciones de plantilla entre las grandes empresas españolas. Como hoy analizamos en elEconomista, los temidos ERE se extienden a sectores que habían aguantado, como el turismo o la obra pública. La total parálisis de la oferta de infraestructura pasa factura a grandes constructoras, cuya única vía de escape es la internacionalización.

Llueve sobre mojado. Tras el preconcurso de la inmobiliaria Reyal Urbis o del grupo turístico Orizonia, esta vez es el de Pescanova el que dejó al mercado desconcertado. Pescanova estaba en números negros, con una previsión de beneficio neto de alrededor de 25 millones para este año y un beneficio de explotación de unos 125 millones. Pero los problemas de liquidez obligaron a su presidente, Manuel Fernández Sousa, a suspender el pago de la deuda. Un aviso a navegantes. El mercado lleva meses rumiando la posibilidad de que los impagos puedan afectar a alguno de los grandes grupos españoles, lo que acarrearía graves consecuencias para el resto del país.

Sousa tuvo dificultades para vender sus dos factorías en Chile, con lo que esperaba obtener entre 230 y 300 millones de euros para atender los vencimientos de deuda. Pescanova entró en situación crítica después de que la banca acreedora se negara a otorgar un aplazamiento de tres meses para cerrar el contrato de venta chileno. Al parecer fueron los bancos nacionalizados, como Bankia y, sobre todo, Novagalicia, propiedad del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), los que pusieron mayores obstáculos. En el concurso precedente declarado por Orizonia, fue la decisión de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) de pedir un plazo adicional de dos meses para estudiar su proyecto de fusión con Halcón lo que precipitó la suspensión.

Por segunda vez en poco tiempo, la intervención de entidades u organismos públicos perjudica a las empresas, en lugar de contribuir a su salvamento. Las inmobiliarias se quejan, a su vez, de que la creación de la Sareb, el conocido banco malo público, retrasa los procesos de reestructuración de deuda y paraliza su actividad, ya que no pueden competir en precio con sus inmuebles.

La estatalización de las antiguas cajas, que sirvió para devolver la estabilidad al sector financiero, está teniendo efectos colaterales muy nocivos. Para evitarlos es preciso agilizar la toma de decisiones.

Los procesos de nacionalización tampoco contribuyen a abrir el grifo del crédito, como el presidente Mariano Rajoy prometió. Si acaso, está acelerando la caída de sociedades que la banca había sostenido hasta ahora para no verse salpicada por la onda expansiva de su desplome.

Aunque es justo reconocer que este saneamiento veloz de las empresas mediante la venta de activos, los ajustes masivos de personal o la liquidación de las más endeudadas es lo que nos permitirá salir de la crisis. Ello explica que convivan en el mismo contexto caídas generalizadas de empleo o quiebras con una paulatina recuperación de la credibilidad en nuestro país, como se refleja en el descenso de la prima de riesgo y la subida de los mercados.

La mejora de las perspectivas económicas serían imposibles sin la reforma laboral emprendida por la ministra de Empleo, Fátima Báñez. El incremento de las tasas de productividad por encima de países como Alemania no existiría sin esta reforma, injustamente vilipendiada por sindicatos y oposición.

La sensación creciente es que estamos en una encrucijada. Atrapados entre el deterioro de la confianza de los ciudadanos en la clase política, por el empeoramiento de las condiciones económicas y los escándalos de corrupción, y unos datos macroeconómicos que permiten vislumbrar ya la luz al final del túnel. Pero que aún son insuficientes para acabar con las incertidumbres que nos afligen y propiciar la creación de empleo.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, señaló en una entrevista publicada en elEconomista que la prima de riesgo bajará a 200 puntos en el segundo semestre. Ojalá, porque no sólo abarataría la financiación de la deuda del Estado en unos 15.000 millones, sino que además reactivaría la inversión y el crédito, en estado comatoso. El titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuenta con esta rebaja de la financiación para cuadrar las cuentas de este ejercicio, ante la rebelión de algunas autonomías para ajustarse. Eso explica su machacona insistencia en que no se necesitan más ajustes, pese a que la reforma de la Administración sigue pendiente. La complicación de la situación italiana favorece a la prima española. Pero sería mejor no jugarse el futuro a una sola carta. La situación está encauzada, pero lejos de resolverse.

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