
Pese a las dudas en términos de amplitud y sentimiento, Wall Street sigue fuerte y gana compañeros de viaje.
Ya he escrito aquí, para empezar una de mis tribunas, que eso que he denominado la victoria épica llegará, y que no está tan lejos una fase de mercado alcista exuberante. Por supuesto, sigo sin saber si estamos en ello, si Wall Street logrará la gesta sin una notable corrección intermedia; circunstancia que podría justificarse perfectamente dentro del esquema de onda de Elliott que permite plantear el mercado en el largo plazo si vemos el gran movimiento lateral que nace en 2000 para el S&P 500 como un triángulo expansivo. Pero sí puedo decir que esta semana me parece un poco menos difícil lograrlo.
Y no se debe a los datos de desempleo norteamericanos que conocíamos el viernes, y que aunque no van a hacer ningún mal, sino todo lo contrario, nos dejaron por ahora sin el apoyo del euro/dólar -¿sobrevuela de nuevo la idea del cambio de paradigma prometido por los economistas hace años?-, sino a las muchas referencias de renta variable que consiguieron salir de su estado correctivo tras un durísimo mes de febrero. Índices como el IBEX 35 y el MIB 30 italiana presentan patrones que sugieren una vuelta a los altos previos que ya han logrado batir otros como el DAX 30 alemán o el CAC 40 francés. Los emergentes, si atendemos a la estructura de plazas que venían tocadas como Hong Kong y San Paulo, respiran tras generar inquietud. Incluso los bonos, sobre todo los norteamericanos, parecen ofrecer una tregua.
No será fácil. Nunca lo es. Realmente no sé cuándo podré afirmar que vivimos un tiempo de épica y lo resolvimos favorablemente. Este tipo de resistencias requieren cierres trimestrales y anuales para poder empezar a ser historia, pues largo es el tiempo que esto ha tardado en construirse -lustros-. Por eso siempre digo que salir es más fácil que entrar de nuevo.