Opinión

La contabilidad creativa de Hacienda

Cristóbal Montoro

El Gobierno miente cuando presume de que este año recortará en más de 20.000 millones el déficit.

El Gobierno se esfuerza en transmitir la impresión de que España es solvente y va dando los pasos para cumplir con sus acreedores. Pero los últimos datos conocidos amenazan con derribar este hábil estereotipo levantado por Rajoy en los últimos meses. Vayamos por partes. El presidente prometió hasta la saciedad que la prioridad es el cumplimiento del objetivo de déficit del 6,3 por ciento pactado con Bruselas y que esto se iba a conseguir.

Sin embargo, hace unas semanas cambió de melodía y empezó con la música de que las elecciones celebradas en algunas autonomías podían desviarnos algunas décimas del objetivo. Según hemos sabido posteriormente, Rajoy se refirió veladamente a Andalucía y Cataluña. Hay otras dos (País Vasco y Galicia) que también celebraron comicios durante este año.

Los datos sobre la marcha de los ajustes autonómicos hasta el tercer trimestre difundidos esta semana destaparon el pastel. No sólo Andalucía y Cataluña rebasarán sus objetivos; la peor de todas es Murcia, una autonomía gobernada por el PP. Su presidente, Ramón Luis Valcárcel, puso el dedo en la llaga que más duele en el Ministerio de Hacienda: "Otras cumplen porque aplazan el pago de facturas al año que viene, nosotros no", manifestó Valcárcel.

El paradigma más claro de que esto es así está en los vecinos de Valcárcel, la Comunidad Valenciana. Desde octubre dejó de pagar a los proveedores. Su presidente, Alberto Fabra, señalaba en una entrevista publicada el pasado fin de semana en el diario ABC que uno de los principales objetivos para el próximo año era retomar el abono de estas facturas desde el mes de enero. Por si quedaba alguna duda, ayer durante la presentación de su nuevo Gobierno más reducido, el desvergonzado presidente valenciano manifestaba que con ello pretendía "acercarse" a los objetivos de cumplimiento del déficit. Es decir, que admite en público que los va a incumplir.

Desgraciadamente, la situación de la Comunidad Valenciana no es una excepción. El titular de Hacienda ha presupuestado 23.000 millones para el Fondo de Liquidez Autonómica, el llamado FLA, en 2013. La diferencia frente a los 13.000 millones utilizados este año por el FLA es de 10.000 millones. Una cantidad que coincide con las facturas guardadas en el cajón por las diversas autonomías, según publica hoy elEconomista.

Una vez más, los datos son tozudos y se empeñan en mostrar una realidad muy distinta de la que pretende trasladar Rajoy a los mercados. La primera conclusión que se debe sacar del uso del FLA es que servirá para esconder un punto del déficit. Montoro es un mago en el uso de la contabilidad creativa. Ante los ojos de Bruselas el desajuste de este ejercicio probablemente quede en torno al 6,9 o 7 por ciento, frente al 9 por ciento del año pasado. Pero es una gran mentira, porque ronda el 8 por ciento.

El Gobierno miente, por tanto, cuando presume de que este año recortará en más de 20.000 millones el déficit. Una hazaña digna del Guinness, según éste, ya que se consigue en medio de una recesión. La verdad es que gran parte del recorte del gasto se cargará sobre la deuda, a pagar en los próximos diez o quince años. No hace más que aplazar el problema para quitárselo de en medio.

Imagine que una empresa tuviera que pagar 10.000 millones a sus proveedores; es como si el banco le diera un crédito a diez años para hacer frente a sus obligaciones. Algo impensable hoy en día en el sector privado. Valcárcel lleva razón. Todos hacen trampas. El déficit se reduce mucho menos de lo que predican en su partido.

Pero aquí no concluye la contabilidad creativa de Montoro, porque la Seguridad Social, que debería haber terminado el ejercicio en equilibrio, lo concluirá con un déficit próximo a un punto. Los entre 7.000 y 10.000 millones que nos costará esta desviación tampoco saldrán de ajustes, sino del Fondo de Reserva. Otra triquiñuela legal de Hacienda para presentar unas cifras mejores que las reales, a costa de poner en duda la viabilidad futura de las pensiones.

Por último, está el esfuerzo de la voluntariosa ministra de Fomento, Ana Pastor, para evitar que las autopistas de peaje en torno a Madrid vayan a la quiebra. El plan para éstas y otras obras públicas en la que el Estado es responsable civil subsidiario -es decir, se hace cargo de la deuda en caso de que entren en liquidación- es alargar su vida mediante créditos y el pago de las expropiaciones para evitar engordar más el déficit.

Todos conocemos que las cifras de tráfico con las que se proyectaron son irreales y no se alcanzarán en los próximos años. Se trata, en consecuencia, una vez más de una maniobra dilatoria para evitar el concurso de acreedores a fin de no añadir entre 4.000 y 5.000 millones a los abultados números rojos del Estado. Lo malo es que en algún momento tendrá que ser reconocido.

En elEconomista hemos sido muy escépticos sobre el cumplimiento del déficit de este ejercicio. Pero todavía lo somos más con respecto al del año que viene. No nos cansaremos de denunciar una y otra vez, aunque parezca que predicamos en el desierto, que este Gobierno tiene aún pendiente el ajuste estructural que permita la viabilidad de nuestra economía.

En lugar de ello, se dedica a camuflar el gasto excesivo como deuda, con la excusa de que estamos por debajo de la media europea. Otra falacia, ya que esto pronto no será así. En 2013, el endeudamiento español superará el cien por cien del PIB por primera vez, debido en parte a los alrededor de 40.000 millones que habrá que asumir para reflotar las antiguas cajas de ahorros.

El primer trimestre del próximo año, cuando vayamos conociendo las cifras sobre déficit que hoy adelantamos en esta columna, veremos si los mercados siguen creyendo que España hace sus deberes y está en condiciones de afrontar los pagos de su deuda sin acudir al rescate.

Pero, antes de que esto ocurra, se me ocurren muchas cuestiones a las que no encuentro respuesta. ¿Por qué desde Hacienda se aseguraba que existía un control exhaustivo sobre las cuentas de las autonomías, cuando ahora descubrimos miles de millones en el cajón? ¿Por qué se desvía la atención hacia Cataluña y Andalucía, cuando la mayoría de los Gobiernos regionales del PP hacen trampas para cumplir sus objetivos? ¿Está dispuesto Montoro a intervenir las autonomías que no cumplan, como prometió? ¿Se atreverá a tomar las riendas de las cuentas catalanas, con un Gobierno independentista fruto de la alianza de CiU y ERC? ¿Logrará hacerse con las riendas de Andalucía después de que no lo consiguiera en los últimos comicios? Y, sobre todo, ¿cómo verán todo este panorama los mercados?

Son cuestiones aún sin respuesta, pero que auguran un 2013 difícil, con más desempleo y mayores desajustes, muy alejado de la estampa idílica que dibuja el Ejecutivo de Rajoy. La crisis, lejos de amainar, tiene muchas probabilidades de agravarse el próximo año debido a las tensiones políticas, sociales y económicas que nos esperan. Un contexto propicio para continuar con la contabilidad creativa en lugar de los ajustes. Aunque, en mi opinión, es hacerse trampas en el solitario.

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