
Saben que no le pueden mover la silla, pero sí hacerle la vida muy incómoda. Con estas palabras definía un alto cargo de la CEOE las intenciones del tándem Herrero-Segurado, que conscientes de su falta de apoyos en la patronal, sí buscan desprestigiar la figura de su presidente más por razones de frustración de expectativas que de problemas de gestión.
Y para ello no van a reparar en encrespar la ya de por sí espinosa "rebelión" de catalanes, acusando a Rosell de pasividad y de silencio ante la deriva secesionista. Una denuncia que sólo puede sostenerse sobre las bases de la desinformación o de la mala fe. Porque si alguien ha sido contundente en este asunto desde el mundo empresarial, además de José Manuel Lara, ha sido el presidente de la CEOE.
"Es una barbaridad", ha repetido Rosell en varios medios de comunicación nacionales, referiéndose a las pretensiones de Artur Mas. Pues, se puede decir más alto, pero no más claro.
Críticas
Incluso, en círculos próximos a los conjurados se reprocha también al presidente de CEOE su presencia el domingo en el Camp Nou, en contraste con la ausencia de total de empresarios del Ibex 35. Claro que lo que callan intencionadamente es que el señor Rosell, confeso culé, paga su abono religiosamente, al que acude con su familia y que ni fue ni ha ido al palco, como sí hacen algunos de los que le critican en otros estadios y con otras camisetas.
Lo que ocurre es que Santiago Herrero necesita una vía de escape en Madrid para salir de los serios problemas que tiene en las orillas del Betis derivados, entre otras causas, de sus relaciones con los gobiernos de Chaves y Griñán y con los graves problemas económicos de la patronal andaluza. Y, en estas se ha encontrado con la alianza de un Segurado en busca del protagonismo perdido, que creó y preside una Comisión de Comunicación para mantener una presencia mediática que no ha podido conseguir.
Son los últimos coletazos de dos nostálgicos, incapaces de asumir que con Rosell se acabó la intriga de que algo queda en la CEOE. Y, por cierto, en el caso de Segurado, ¿tendrá algo ver con esto la presentación en política de su amigo Mario Conde?