Opinión

Del optimismo antropológico al ilusionismo patológico: los Presupuestos de 2013

Si algo nos ha confirmado el proyecto de cuentas del Estado para 2013 es que en este país hemos pasado del optimismo antropológico del políticamente extinto Rodríguez Zapatero, al ilusionismo patológico del todavía ejerciente Cristóbal Montoro, quien desde su púlpito de Hacienda nos presenta un cuadro macroeconómico que, y de verdad que me gustaría equivocarme, se parece más al cuento de la lechera que a la consecuencia lógica del estado de nuestra economía y de los negros nubarrones que todavía se ciernen sobre ella.

Porque, díganme si no es voluntarista anunciarnos que nuestro PIB se contraerá sólo medio punto el año próximo, que todavía es seguir en recesión, cuando todos los servicios de estudios nacionales e internacionales nos están pronosticando un nuevo descenso de entre el 1,4 y el 1,6%. Cifras en las que coinciden instituciones tan reputadas como la CEOE, la OCDE, Funcas o Standard & Poor's, entre otros.

Y es que parece muy difícil mejorar sensiblemente el discurrir de nuestra economía, con un fuerte retroceso de la inversión pública (se van a congelar prácticamente las licitaciones de obra pública), un consumo privado en caída libre y unas empresas y familias, la economía real, ahogadas por las congelaciones y las rebajas salariales. Y eso por no mencionar el creciente desempleo y una política fiscal que, como denuncian ya altos dirigentes de la patronal CEOE, "está en manos de recaudadores".

Como también parece irrealizable en tales circunstancias, salvo que aparezcan conejos de la chistera del ilusionista, un descenso de la tasa de paro, aunque sea mínimo. A no ser que Montoro esté descontando una reducción de la población activa y sin decirnos por qué vías, que es lo grave.

Y con estos mimbres el Gobierno nos promete el regreso al mundo feliz del crecimiento ya en 2014. Con estos mimbres y con esa Estrategia Española de Política Económica, que más parece un auténtico maratón legislativo.

Nada menos que 43 leyes en seis meses nos anuncia el programa de reformas de De Guindos. Un programa que responde básicamente a los deberes que impuso el Consejo Europeo a España en julio, y que sí, es verdad que tiene medidas interesantes y necesarias para sentar las bases de la recuperación, especialmente en lo que se refiere a la unidad de mercado, las liberalizaciones de los servicios y de los colegios profesionales, que ya era hora, y en la búsqueda de alternativas financieras para los emprendedores.

La música suena bien, pero para que funcionen los instrumentos la economía española necesita crecer y recuperar la confianza. Y eso todavía no lo garantizan estos presupuestos.

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