
Rajoy acelera el alza de todo tipo de impuestos y olvida cortar más gasto y reordenar lo público.
Como si fuera un conjuro a una pócima mágica de Harry Potter o del mago Merlín, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, pronunció el jueves pasado la frase milagrosa "compra ilimitada de deuda" y todo comenzó a resurgir de las cenizas. La bolsa concluyó la semana con un alza del 6,23 por ciento y la prima de riesgo con un desplome de 140 puntos, el 25 por ciento. El anuncio significa un cambio revolucionario en el BCE, que se muestra dispuesto a imprimir dinero para comprar deuda española e italiana. Es también la primera vez que desafía abiertamente al presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Para combatir sus críticas, Draghi promete no incrementar la masa monetaria, es decir, el dinero en circulación en la eurozona. Para ello, retirará del sistema bancario la misma cuantía de euros que se impriman. Una maniobra que técnicamente se conoce como esterilización, aunque muchos economistas desconfían de ella y aseguran, como el Bundesbank, que persiste el riesgo de un incremento desmesurado de la inflación cuando la economía se recupere.
Como las inyecciones monetarias desincentivan la aplicación de los ajustes, para asegurar que España o Italia no se duermen en los laureles, Draghi, en el marco de un programa elaborado conjuntamente con el Fondo Monetario (FMI), exigirá a los países beneficiarios un riguroso calendario reformista, y ambos se encargarán de supervisarlo.
Las adquisiciones de bonos se paralizarán ante cualquier desviación sobre el objetivo acordado. Pero, en tal caso, se produciría un fuerte colapso del mercado bursátil y de deuda, que pondría contra las cuerdas de nuevo al euro. Es decir, que si surgen retrasos, como ocurre con Grecia, las incertidumbres sobre la moneda única se dispararían en lugar de resolverse. El Bundesbank teme que se produzcan incumplimientos porque España e Italia pueden entrar en una espiral recesiva que obligue a profundizar en los ajustes como muestran los últimos datos, que apuntan a una aceleración de la crisis en los próximos meses.
La actuación del BCE, el tercer intento por estabilizar el euro, provino del riesgo de fragmentación de la moneda única, que llevó al bono español a diez años a rendimientos superiores al 7 por ciento, mientras el alemán está en el 1,7 por ciento. Sin las medidas anunciadas esta semana, España habría pagado un sobreprecio de 12.000 millones por colocar su deuda, más de dos veces el ahorro por la supresión de la paga extra a los funcionarios. El coste total pasaría de 29.000 a 41.000 millones en 2012.
Las compras por parte del BCE reducen a un tercio el coste adicional, lo que deja un pequeño margen al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que estimó un esfuerzo añadido de 9.000 millones en 2013. Los datos que vamos conociendo son espeluznantes. El incremento del coste del desempleo obligó a echar mano del colchón de alrededor de 5.000 millones para abonar la paga extra de verano a los pensionistas. En Navidad, habrá que recurrir seguramente al fondo de reserva de las pensiones. Montoro presupuestó un superávit en la Seguridad Social este año que se tornó en déficit, al igual que ocurre con el fondo para financiar el desempleo, que también arroja números rojos.
La recaudación del primer semestre fue mucho peor de lo previsto, sobre todo por culpa del IVA, que cae alrededor del 9 por ciento. La subida que entró en vigor esta semana tampoco garantiza que se vaya a cubrir el desfase en las cuentas públicas. A estas incertidumbres hay que añadir el probable incumplimiento del objetivo de déficit por parte de algunas autonomías como Andalucía o Cataluña.
Cada vez surgen más voces acreditadas sobre la necesidad de acometer más ajustes antes de fin de año. Las pensiones, uno de los terrenos vírgenes, están en el punto de mira. Sorprende que cientos de miles de empleados públicos mileuristas, con familia a su cargo, dejen de cobrar la paga de Navidad por culpa de los recortes, mientras que pensionistas con ingresos superiores y menos cargas familiares disfrutarán de subidas indiciadas a la inflación, cercana al 3 por ciento.
El Gobierno se ha embarcado en una vorágine recaudatoria, con subida generalizada de todo tipo de impuestos. Esta semana se anunció una tasa a las transacciones financieras y más gravámenes a las petroleras, mientras se retrasa una reordenación de las Administraciones que permita la supresión de entes y empresas con tareas duplicadas. Como recordó Emilio Botín desde México, las reformas están bien, pero ahora "hay que cumplirlas".
La cumbre hispano-alemana fue un espaldarazo a la confianza germana en España, coronada con la potente bajada del coste de financiación de la deuda. Rajoy debe huir del efecto dormidera de esta borrachera, porque su éxito será efímero si no pide cuanto antes el rescate. Esperar a los comicios gallegos, como publica hoy elEconomista, puede colocarnos de nuevo al borde del precipicio, como ya ocurrió por culpa de las elecciones andaluzas.