Opinión

La sombra de Draghi

Mario Draghi

No nos prestan dinero en los mercados, como no nos prestan medallas en los estadios de Londres.

No se esperaba esto. También los atletas españoles en los Juegos Olímpicos están en crisis y casi fuera del medallero, que ven inaccesible, lejano y caprichoso, como ven a Draghi los políticos españoles. Pero queda la posibilidad de pedir un rescate para nuestro olimpismo. En Londres no se habla de otra cosa.

El rescate consistiría en que, antes de cada prueba, los atletas españoles recibieran en préstamo un número de medallas más o menos razonable. A cambio de ese lucimiento previo, nuestros deportistas se comprometerían a ir ganando todas las pruebas deportivas que determinara la troika olímpica, acortando sus marcas, rompiendo récords, forzando sus músculos hasta la extenuación, venciendo obligatoriamente, matemáticamente, cada campeonato europeo o mundial a las órdenes de un duro entrenador alemán.

Eso es muy duro, pero la alternativa no puede ni contemplarse. Porque, si el Comité Olímpico Español no decide pronto pedir el rescate, no habrá medallas suficientes para financiar nuestro deporte. Ni siquiera se podrán pagar las bebidas isotónicas ni las zapatillas. Nuestros atletas han entrenado, se han preparado, han hecho todo cuanto podían hacer y el resultado es descorazonador. Probablemente no sepan qué han hecho mal o cuál es la causa real de que otros países estén demoliendo nuestro crédito deportivo. Pero lo cierto es que la realidad se impone de forma tan dura como se impone también la realidad del mercado de deuda pública, que no confía en la solvencia española sino a costa de primar a más de 600 puntos el riesgo de prestarnos dinero.

Hoy nadie le prestaría nada al Comité Olímpico Español a cambio del oro de las medallas conseguidas en Londres ni de las que vaya a conseguir mañana por esos mundos, porque su futuro no genera confianza. Es verdad que nuestros atletas están teniendo mala suerte y es verdad también que les ocurre como al Gobierno, que tampoco comprende cómo después de haber hecho cuanto se podía hacer, después de todos los sustos, planes de ajuste y recortes, la prima de riesgo sigue por encima de las nubes y el país sigue financiándose a tipos imposibles mientras los alemanes sacan brillo a sus medallas. Claro que siempre nos queda la falsa modestia de decir que a los españoles no nos gusta colgarnos medallas.

No nos prestan dinero en los mercados, como no nos prestan medallas en los estadios de Londres. Cualquiera compraría deuda a Michael Phelps si tuviera como garantía de devolución el oro de su próxima medalla. Pero eso no puede esperarse de nuestros atletas. Al menos, no puede esperarse sin la ayuda del Comité Olímpico Internacional que, naturalmente, en la sombra, también está presidido por Draghi. O por la sombra de Draghi.

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