Opinión

Hacer del ico un 'banco bueno' de verdad

Con pocos ajustes, el ICO podría actuar a modo de 'banco bueno' y reabrir el crédito a negocios.

A estas alturas de la crisis ya nadie alberga esperanza alguna de que el complejo proceso de saneamiento bancario vaya a provocar a corto o medio plazo esa ansiada consecuencia de una activación del crédito hacia las empresas. Las duras condiciones del saneamiento, las decretadas por el Gobierno y las impuestas por Bruselas, obligan a la banca a destinar una parte importante de sus recursos al propio fortalecimiento interno a costa del caudal de crédito que podría ir a los negocios. Sólo tras un largo periodo de ajuste financiero, que supone limpiar balances, reducir endeudamiento y gestionar morosidad, se darán las condiciones para que el crédito vuelva a fluir. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto las empresas no pueden aguantar ni un minuto más con esta situación de restricción generalizada del crédito que ahoga todo proyecto de expansión y de crecimiento. Llevamos cuatro años con caída constante del crédito empresarial del 4 por ciento anual. Es un dato que engloba todo -grandes empresas, pymes y familias-, y que puede no significar mucho. Por eso es especialmente relevante el dato de cómo ha caído el crédito a las pymes desde el comienzo de la crisis para tomar conciencia de la grave situación que viven multitud de pequeños negocios. Según las series estadísticas del Banco de España, entre 2007 -un año anterior a la explosión de las crisis- y el primer trimestre de 2012, los créditos de menos de un millón de euros -aquéllos que van destinados esencialmente a pymes- se han reducido en un 62 por ciento. Este dato sí que muestra la miseria crediticia en la que se mueven los pequeños y medianos negocios en España. Y ésta es la realidad que hay que afrontar cuando se aborda la cuestión de la financiación de las pymes. Miles de empresas han sido expulsadas del sistema financiero y según nuestro último Índice de Riesgo el 80 por ciento tienen problemas de liquidez derivados de los retrasos en los pagos. Es cierto que muchas han perdido las cualificaciones mínimas para acceder en condiciones adecuadas al crédito -no hay que olvidar que la morosidad de las empresas supera el 7 por ciento-, pero muchas más, con negocios de futuro, que pueden pagar la deuda financiera que asuman, están igualmente marginadas por la menor disponibilidad de capital y por el endurecimiento de las condiciones para su acceso. No podemos esperar a que bancos y cajas se reanimen y vuelvan a dar crédito en condiciones de normalidad. Necesitamos soluciones de urgencia, aunque sean temporales. Y la única forma de conseguirlo en el mínimo plazo es que desde la Administración se tome la iniciativa para establecer una infraestructura financiera que pueda suplir esta carencia de crédito que padece el sistema financiero ordinario. El famoso banco bueno, o algo parecido, del que se ha hablado tantas veces y como contraposición al banco malo que asumiría los activos tóxicos de bancos y caja para facilitar su saneamiento. Crear este banco bueno es tarea compleja, sobre todo a la hora de determinar su papel en un entorno competitivo de banca. Afortunadamente, tenemos una institución que ya está en ese entramado financiero y que con algunas modificaciones en su operativa podría cumplir a la perfección ese papel de banco bueno que necesitamos para abrir el grifo del crédito a los negocios.

El Instituto de Crédito Oficial (ICO) ya juega un papel importante en esa tarea, pero sus muchos condicionantes lo convierten en un instrumento muchas veces pesado e inoperante para lograr esos objetivos de crédito fluido. Ligado en sus operaciones diarias a la red comercial de bancas y cajas es un mastodonte de lentos movimientos. ¿No podría transformarse su estructura y operatividad para acercarse a la economía real? ¿No podría disponer de su propia red comercial para gestionar sus créditos? Muchos señalan que convertir el ICO en un banco bueno sólo sería factible para grandes empresas o grandes operaciones y difícil para financiar a pymes. ¿De verdad es misión imposible? ¿No se podrían determinar los capitales para prestar, los sectores y actividades a los que se destinaría el crédito y unas condiciones de concesión específicas para pequeños y medianos negocios compatibles con el resto del sistema financiero? Ya en 2010 hubo un intento de aligerar la forma de actuar del ICO para acercarlo a las necesidades financieras de las pequeñas y medianas empresas, que se ha quedado en el cajón de los recuerdos. Si el asunto ha sido estudiado -hay análisis y dictámenes sobre cómo hacerlo-, retomemos el tema de la mejor manera posible. Un banco bueno o algo parecido lo necesitamos ya. No podemos esperar.

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