Opinión

Los tres mosqueteros del euro

Cuando se escriba la historia de estos días, junto a la gesta de Vicente del Bosque de llevarnos a la final de la Eurocopa, figurará, probablemente, el renacimiento del euro. En la madrugada de este viernes se pusieron las bases de una Europa federal, que comenzará a alumbrarse a partir de diciembre con un sistema único de supervisión bancaria y que debería culminar en unos años con la emisión de deuda de manera colectiva: los denominados eurobonos.

Una de las consecuencias del compromiso es que los bancos españoles que sean intervenidos lo serán con dinero de la Unión Europea. Será, por tanto, ésta la que determine si merece la pena mantenerlos abiertos o deberán liquidarse, como advirtió el comisario de Competencia, Joaquín Almunia.

También implica que su supervisión será europea, lo que evitará la toma de decisiones con criterios políticos, como hizo el anterior gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordónez. Sus actuaciones permitieron tapar los agujeros de los amigos hasta que no hubo más remedio (véase el caso de Caja Castilla-La Mancha), emprender emparejamientos caprichosos entre entidades con el asesoramiento de Analistas Financieros Internacionales, que dirige Emilio Ontiveros (el error más grave fue la creación de Bankia) o intervenir entidades ruinosas, que más valdría cerrar en lugar de sanearlas con dinero público, como la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), CatalunyaCaixa o Novagalicia Banco. El último exponente de estas tropelías, como reveló elEconomista, es Banca Mare Nostrum (BMN). Un desastre tras otro sin paliativos, que nos condujo a la mayor crisis financiera de la historia moderna.

Si todo marcha según lo pactado, a partir de 2013 el control de estas antiguas cajas intervenidas será europeo, y su destino no volverá jamás a estar gobernado por políticos manirrotos y dispendiosos. ¡Qué alivio!

El siguiente paso nos debería conducir a la creación de un fondo de garantía de depósitos para que los ahorros de los habitantes del Viejo Continente no queden tampoco al albur de los políticos nacionales, y luego a la unificación de los organismos encargados de velar por la transparencia de los productos bancarios para evitar un timo masivo, como ocurrió con las preferentes. Pero lo más grave es que su estafa fue posible gracias a que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), dirigida aún por Julio Segura, hizo la vista gorda para colaborar con la política de recapitalización de las entidades más débiles patrocinada desde el Banco de España. Otro de los episodios negros de la historia económica española sobre el que hay que pasar página.

La separación del riesgo de prestar a los bancos del de adquirir deuda pública española, unido a los poderes dados al futuro fondo de rescate (ESM, según sus siglas en inglés) para comprar títulos del Tesoro, debería contribuir a moderar la prima de riesgo a niveles sostenibles.

Ésta fue la conquista más complicada, ya que el acuerdo llegó de madrugada, debido a las pegas puestas por países pequeños del euro, como Finlandia y Holanda, para que se aceptara la inclusión de un compromiso inequívoco para defender "la estabilidad financiera de la eurozona".

El hecho, además, de que se incluya una referencia a "hacer cuanto resulte necesario" para garantizar esa estabilidad abre la puerta, de manera excepcional y sin mencionarlo de forma expresa, a utilizar el Banco Central Europeo (BCE) para adquirir deuda de los países en apuros. Aunque el mecanismo más probable es que éste suministre liquidez al futuro fondo de rescate para que, a su vez, adquiera los títulos de la deuda.

Como todo en la vida, nada es gratis. El Gobierno español tendrá que poner en marcha en la primera quincena de julio un estricto plan de ajuste destinado a cumplir los objetivos de déficit. El programa recogerá todas las recomendaciones de la UE, como subida del IVA, recorte del sueldo de los funcionarios, incremento del impuesto de carburantes, etc. Sólo espero que en esta ocasión Rajoy no salga a presumir de victoria donde no la hay, ya que el compromiso está aún lleno de incertidumbres, y el precio a pagar será muy alto en términos de ajustes de empleo por parte de España. La humildad de la que hace gala Del Bosque nos vendría bien para evitar la sensación de derrota de los alemanes.

Un tercer aspecto importante es que la victoria de François Hollande permitió romper el clásico eje franco-alemán, de manera que el voto de los países del sur de Europa junto con Francia dejó en minoría a la Europa del norte, encabezada por Angela Merkel. Una interesante recomposición de los poderes para equilibrar las decisiones futuras. Por supuesto, aún es pronto para cantar victoria, porque la letra pequeña de los acuerdos está sometida al visto bueno del Parlamento alemán y de otros estados satélites, habitualmente quisquillosos, como Finlandia, Holanda o Austria.

La supresión de la prevalencia para recobrar los préstamos europeos dados a la banca molesta sobremanera a estos dos últimos países. También habrá que vencer las reticencias del Reino Unido a crear un sistema de supervisión europeo ajeno a sus maltrechas entidades. Como si fueran los tres mosqueteros, Hollande, Mario Monti y Rajoy se conjuraron para defender sus intereses y salvar el euro. Han ganado una batalla, pero los ataques a la prima de riesgo no han terminado. Ya lo verán.

Amador G. Ayora es director de elEconomista.

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