Opinión

María Jesús Fernández: Urge la auténtica reforma laboral

Pese a la positiva estacionalidad del tercer trimestre del año, las previsiones para la Encuesta de Población Activa eran malas.

Pero no se han cumplido: el resultado ha sido mucho peor. El empleo ha vuelto a caer a tasas que no se veían desde la etapa más dura de la Gran Recesión mundial, en la primera mitad de 2009, y el desempleo se ha disparado hasta quedar a un paso de la barrera psicológica de los cinco millones.

En buena medida, esto se explica por el ajuste del gasto en las Administraciones Públicas. Por una parte, la construcción ha seguido perdiendo empleo a un ritmo muy elevado, lo que probablemente tiene mucho que ver con la paralización de la obra pública. Por otra parte, los servicios han dado un vuelco y han pasado de crear empleo de forma modesta a destruirlo, lo que también en gran parte obedece a que el sector público no ha realizado este año las contrataciones habituales en los meses del verano. Pero la evolución de la parte de los servicios que corresponde al sector privado también ha sido sorprendentemente mala, teniendo en cuenta las expectativas creadas por la buena marcha del turismo.

No hay duda de que la barrera de los cinco millones de desempleados será superada en el último trimestre del año. Habrá que ver cómo se tomará el mercado esa cifra, a la que se sumará la más que probable superación del objetivo de déficit de las Administraciones Públicas y unas perspectivas de posible recaída en recesión. Como las medidas aún por concretar tomadas en la cumbre europea del miércoles no sean suficientes para contener el efecto contagio de la deuda griega, podemos pasarlo realmente mal.

Ante este panorama, ¿qué podemos hacer? Esta semana, el premio Nobel de Economía de 2010, Christopher Pissarides, explicaba en una conferencia en Madrid que la regulación del mercado laboral español es la responsable de la extrema dualidad que lo caracteriza, lo que, a su vez, es la razón de la pronunciada volatilidad del empleo -es decir, de que éste caiga durante las crisis con el mismo ímpetu con el que crece en las expansiones-. Esto es algo que todos los economistas serios de este país llevan diciendo desde hace mucho tiempo. También advertía de que los efectos positivos de una reforma laboral no se van a sentir inmediatamente, pero que sin ella no será posible abandonar unas tasas de paro que hacen de España un caso aparte en el mundo desarrollado. Ha llegado el momento de transformar completamente los cimientos sobre los que se sustenta nuestra regulación laboral. Ya no se puede postergar por más tiempo. Salvo que queramos suicidarnos.

María Jesús Fernández: Analista de la Fundación de las Cajas de Ahorros.

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