¿Hay que ser político para hablar todo un día de algo sin tratarlo en profundidad? En el Debate del Estado de la Nación, ni Zapatero ni Rajoy aportaron una sola propuesta que pueda mejorar la economía, principal preocupación ciudadana.
En el caso del líder de la oposición, redujo su intervención a transmitir seriedad y subrayar la desconfianza que despierta Zapatero, pero nunca logró batir al presidente en la dialéctica. Consciente de lo sucedido a Cameron, quien casi pierde en las urnas al revelar su plan de gobierno, Rajoy calla y espera a la mayoría absoluta.
Zapatero se limitó a anunciar que estudiará el tope de gasto para las autonomías, justo cuando ya no las controla, y que elevará sustancialmente el mínimo no embargable de los sueldos para quienes no paguen la hipoteca. Sin concretar nada, prometió ayudas a la pyme y medidas contra la morosidad pública. Aseguró que las reformas estaban en marcha y que debe llevarlas a buen término.
Sin embargo, en todas ha diluido o viciado sus contenidos y sólo puede aducirse que ha iniciado la consolidación fiscal. El país precisa más. Y poco se puede esperar de Zapatero. El adelanto electoral traería al menos un positivo cambio de expectativas. Ayer, sus únicos argumentos fueron que el PP no propone nada, y que no ha hecho recortes sociales. Pero la responsabilidad de gobernar la tiene él, y su legado social ya va por 5 millones de parados porque ha puesto un énfasis atávico en los derechos.
Nos enfrentamos a la competencia del exterior y tenemos que adaptar nuestro Sistema del Bienestar, fiscal, laboral, etcétera a esa realidad. Porque los derechos sobre algo que renta cero serán cero.