Europa ha vuelto a posponer una solución para Atenas. Y esa incertidumbre se extiende a los siguientes: Portugal, Irlanda... ¿y España?
Por un momento, nuestro Gobierno logró distanciarse del resto de economías en dificultades. Tuvo un cierto éxito conteniendo los desmanes con el déficit, pero enseguida aparecieron dudas sobre si podrá controlar las finanzas de autonomías y ayuntamientos.
Ha iniciado una reforma de las pensiones que al final ha sido muy diluida y encima corre la amenaza de que sea otra vez modificada a la baja por el PP. En materia laboral, ha rebajado el coste del despido; pero sigue sin desjudicializarlo y dotar al empresario de los instrumentos para tomar decisiones rápidas y adaptarse a una coyuntura sometida a un vertiginoso deterioro.
Con las cajas, hemos presumido de un sistema robusto cuando tenían su propia subprime inmobiliaria. No se ha hecho nada por facilitar el ajuste de la economía y hemos subido impuestos tras haber despilfarrado en planes E. Hoy, el presidente de Cepyme, Jesús Terciado, denuncia en elEconomista que Zapatero sólo ha tomado medidas cosméticas de cara al exterior según le marcaba la prima de riesgo y Bruselas.
Ahora, el Gobierno aparece descabezado y no se le percibe voluntad para acometer reformas con las elecciones en mente. Y los conatos de violencia en la calle hacen pensar qué pasará con el PP en el Ejecutivo. El bono español a 10 años ya está en máximos desde el 2000. El inversor huye de España.
Nos esperan más viernes de dolores con consejos de ministros forzados a tomar medidas. Zapatero debe asumir su responsabilidad y alejar al país del caos.