Opinión

Antonio Papell: El Partido Popular arrasa

Las elecciones municipales y autonómicas -en 13 de las 17 CCAA- se han celebrado esta vez en una situación de desazón extrema, formalizada la crisis y aderezada por las movilizaciones del movimiento 15-M en la Puerta del Sol y en otras plazas estratégicas de numerosas localidades españolas.

Dicho movimiento, muy crítico con los grandes partidos y con la clase política, pareció propenso a la abstención y al repudio de la política convencional, pero no ha sido deltodo así: la participación en las municipales ha repuntado levemente con relación a las elecciones de 1977, con la particularidad de que varias regiones con alto desempleo  -Galicia, Andalucía- han incrementado el porcentaje de votantes.

El referido movimiento asambleario ha criticado, asimismo, el bipartidismo y ha reclamado una reforma de la ley electoral en pos de más proporcionalidad. Y, en efecto, tanto Izquierda Unida como, en menor medida, UPyD han conseguido capitalizar esta tendencia (se ha producido un ascenso de las minorías y un descenso conjunto de los dos grandes partidos), aunque será difícil constatar que se trata de un efecto de los movilizados del 15-M (Democracia Real Ya y otros grupos).

Las elecciones de ayer, a menos de un año del fin de la legislatura, trascendían evidentemente de sus dimensiones local y regional. El PP pretendía que, con su victoria arrolladora, el Gobierno de Rodríguez Zapatero no tuviera más remedio que darse por aludido, lo que debería llevar al presidente a disolver las Cortes y convocar elecciones en unos meses, con tiempo suficiente para la celebración de las primarias en su partido.

Triunfo del cambio

Para que este proceso se desencadenase, era indispensable que cundiera la sensación psicológica de que la idea de cambio había triunfado clamorosamente. Y tal sensación no podía provenir de simples porcentajes: había de formarse a partir de unos cuantos resultados llamativos. Concretamente, de lo que sucediese en Castilla-La Mancha -donde Rajoy se la jugaba al poner a prueba a Cospedal-, en Extremadura, en Asturias, en Aragón, en Baleares, y en dos capitales estratégicas: Barcelona y Sevilla.

Pues bien: el Partido Popular ha arrasado sencillamente a su antagonista, como reconocía tempranamente Elena Valenciano desde Ferraz poco después de las ocho de la tarde, cuando todavía no se conocía ni un solo dato. Dolores de Cospedal ha desalojado al PSOE de Castilla-La Mancha en la principal contienda de la jornada electoral, y ésta ha sido sólo la más vistosa de una serie de triunfos concatenados que forman un jaque mate alrededor de la formación que todavía sostiene al Gobierno: el PP gobernará también en Extremadura y en Cantabria, recupera Baleares, gana en Aragón, conquista innumerables ayuntamientos. Y revalida con creces su posición allá donde ya gobernaba. En otro momento habrá que reflexionar sobre la crisis moral de un país que premia a los corruptos, pero ésta es otra cuestión.

Adelantar las elecciones generales

Es obvio que desde hoy mismo se planteará con crudeza la conveniencia de adelantar las elecciones generales. Hasta ahora, podía decirse que las prisas de la oposición se debían al temor a que mejorara la coyuntura económica, lo que le restaría posibilidades. En este momento, lo cierto es que no hay razón para prolongar la agonía, y es además muy probable que numerosas fuerzas sociales se sumen a la demanda de una renovación que, en las actuales circunstancias, podría tener un efecto reconfortante en el terreno económico.

Resulta, en fin, muy difícil no entender que los resultados de ayer significan que una parte muy considerable de la opinión pública desea que este Gobierno decline su responsabilidad y dé a sus principales adversarios la oportunidad de ponerse de inmediato al frente de la recuperación.

Todo indica, en fin, que el PSOE celebrará sus primarias de inmediato -es posible que en este ambiente depresivo Rubalcaba sea el único candidato y Chacón se reserve para una ocasión más propicia-, el Gobierno ultimará las reformas en curso y Zapatero convocará elecciones para después del verano.

Antonio Papell. Periodista.

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