La bombona de butano subirá un 5 por ciento en julio, menos de lo que pide el sector. Pero Industria no quiere trasladar todo el encarecimiento al usuario final en razón de la débil coyuntura que castiga el bolsillo de los españoles.
La subida supone un paso adelante en el camino del reconocimiento del coste real en el precio, algo necesario para eliminar las ineficiencias de nuestro modelo energético.
Pero, como sucede en estos casos, posponer el alza completa no sirve para rehuirla. Es un espejismo temporal que ayuda a los usuarios más desfavorecidos, pero que antes o después se traducirá en desembolsos mayores.
Mientras, las empresas suministradoras soportan lastres adicionales en sus balances. Es el legado de una política energética errática: confunde a todos los agentes con señales equívocas.