Opinión

¿Donde está la salida para España?

M iles de jóvenes manifestantes abarrotan la Puerta del Sol para protestar contra los políticos españoles. La prima de riesgo, el marcapasos de Zapatero para conocer la credibilidad de la economía en el exterior, se acerca a los 250 puntos básicos. El bono griego a diez años se instala en máximos históricos. El comité ejecutivo de la CEOE prohíbe a su presidente, Joan Rosell, firmar un compromiso vacío con los sindicatos. El esperado acuerdo sobre los convenios colectivos se va al infierno. The Wall Street Journal titula a toda plana que las elecciones sacarán a la luz los agujeros de las autonomías y ayuntamientos.

El país está paralizado, los mercados tiemblan. En medio de este panorama, Zapatero presume de haber evitado la intervención y promete que no habrá más ajustes. Es un ser de otro mundo, un extraterrestre. En la sociedad ilustrada y adinerada, se extiende la impresión de que el temido rescate de la UE es inevitable y puede producirse antes del verano.

El manifiesto de los jóvenes del 15-M no hay por dónde cogerlo. Quieren casas para todos, educación y sanidad de calidad, bancos públicos, diputados mileuristas?. cantos de sirena que chocan con la cruda realidad. Pero su actitud es comprensible. Tienen menos de 30 años, no tienen empleo ni perspectivas de lograrlo en los próximos años, y una familia que, probablemente, les prometió que si terminaban una carrera universitaria todo iba a ir sobre ruedas? Una patraña. Su manifestación espontánea, como la de los millones de jóvenes que se echaron a la calle contra sus regímenes políticos en la primavera árabe, muestra palmariamente que las fuerzas políticas, los sindicatos y los medios de comunicación estamos obsoletos y equivocados. No escuchamos a la calle, representamos o reproducimos una realidad que no es real. La que nos interesa.

Ya ocurrió con Wikileaks. El portal de Julian Assange destapó documentos confidenciales que ninguno de los grandes periódicos americanos, paladines de la libertad, se hubiera atrevido a publicar. Después, todos estos medios tuvieron que sumarse al carro para no desprestigiarse. Sin embargo, el portal americano aún no es merecedor de premio alguno sobre la libertad de expresión. Más patrañas.

Hay dos realidades. La de la gente de la calle y la que construyen los políticos, con el apo- yo tácito de algunos medios de comunicación. Vivimos tiempos de cambios profundos en todos los órdenes. Extremadura, Castilla-La Mancha, Barcelona o Sevilla pueden tener a partir del lunes gobiernos ajenos al PSOE por primera vez en democracia. Bildu, la formación abertzale, amenaza con barrer al PNV en Guipúzcoa y propinarle un duro castigo en Vizcaya, también por vez primera. Los partidos políticos, los sindicatos, los medios de comunicación tenemos que reinventarnos para estar más cerca del ciudadano, como hacen las redes sociales.

También las empresas se adaptan. Los resultados de Telefónica avalan que el expediente de regulación para el 20 por ciento de la plantilla española no es un capricho de su presidente, César Alierta. El negocio en España no hace más que caer. Es igual en Vodafone (Paco Román), ACS (Florentino Pérez), Ferrovial (Rafael del Pino), OHL (Juan Miguel Villar Mir) y un largo etcétera. España hoy es sinónimo de fracaso.

En Sacyr, el problema es otro. Su presidente, Luis del Rivero, y el consejero delegado, Manuel Manrique, intentan retener el poder como garantía de sus asuntos personales. Manrique atraviesa una situación financiera delicada. Los títulos de Sacyr pasaron de alrededor de 50 euros al entorno de 8, a la par que adquirió una finca, Los Santos, por la que pagó una auténtica fortuna. Alrededor de 40 millones. De ahí su esmero en mantener una relación exquisita con el Santander, principal acreedor de la constructora, a través de los Basagoiti.

Del Rivero asegura que la refinanciación de los casi 5.000 millones del crédito de Repsol está asegurada, pero los de Botín guardan silencio. Incrementar el préstamo con Sacyr, en caso de que algún banco falle, implica elevar las provisiones en un momento complicado. Demetrio Carceller y Juan Abelló están fastidiados por el derrumbe de sus acciones. El primero prepara el asalto a la presidencia, aunque lo tiene difícil. La llave que abre la puerta de la presidencia la tiene José Manuel Loureda, con un 13 por ciento, que sigue fiel a Del Rivero.

Detrás del creciente interés de Abelló y Carceller por ocupar el poder, parece que está la oferta que una multinacional del mundo emergente presentó para hacerse con el 20 por ciento de Repsol, a través de la compra de Sacyr. Las partes lo niegan. Pero lo cierto es que la propuesta existió, estuvo sobre la mesa y, por tanto, podría volver a estar en cualquier momento. Es lo que nos queda, vender las joyas de la abuela a extranjeros. Reducir el negocio o traspasarlo es triste, pero no hay más salidas.

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