El número de desempleados registrados en abril cayó en 64.000 personas. Y el Gobierno recibió el dato como agua de mayo. Enseguida, Zapatero apuntó el comienzo de una remontada. Pero la alegría del análisis sólo se justifica porque empieza un periodo electoral. El aumento procede sobre todo del trabajo temporal, motivado por el buen tiempo y las vacaciones de Semana Santa.
De hecho, si se sustrae el elemento estacional de la estadística, la cifra de paro se habría elevado en 7.000. Como ya reveló la EPA, la encuesta sobre población activa del primer trimestre, el mercado laboral está en la atonía. El Gobierno no logra justificar que tengamos más del doble de paro que el resto. Buena parte se podía haber evitado con una regulación más flexible que el Ejecutivo sigue postergando.