El turismo en España saluda los inicios de 2011 con la cabeza muy alta. Tanto el primer trimestre como la campaña de Semana Santa han confirmado los mejores presagios de los empresarios del sector.
La ocupación media en estas breves vacaciones, incluso salpicada por las lluvias, ha superado el 85 por ciento, rozándose el completo en los destinos estrella. El aumento del negocio turístico respecto a 2010 se estima en un 10 por ciento.
La recuperación económica de nuestros principales mercados emisores, sobre todo Alemania y Francia, y la inestabilidad geopolítica en Oriente Medio han dirigido la demanda hacia España. Además, se ha producido una positiva sorpresa en los movimientos internos: los españoles hemos viajado más, lo que revela un patrón de consumo que cada vez prioriza más este gasto en ocio sobre otros.
Pero nuestro sector turístico no puede quedarse quieto esperando que sea un cúmulo de circunstancias favorables el que mejore su desempeño, sino que debe afianzar y elevar su calidad, oferta y prestaciones adicionales. No puede quedarse atrás y menos ahora que puede aprovechar el filón de los viajeros que desvían su elección de Túnez, Egipto o Marruecos a nuestra oferta de sol, playa y cultura. Un sector que aporta más del 10 por ciento del PIB y el 11 por ciento del empleo debe estar en constante proceso de reflexión y mejora, y este ejercicio de superación debe implicar no sólo al empresariado y las instituciones, sino a todas las Administraciones.
Gracias al turismo, este año España podrá arañar alguna décima al PIB y la campaña veraniega aplacará los nefastos datos de paro.