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La zona euro afronta dos semanas clave para su futuro. En su doble cita de hoy y de los días 24 y 25 en Bruselas, los jefes de Gobierno europeos deberían cerrar el paquete de medidas para superar la grave crisis que golpea a la eurozona desde hace años, aunque bien es cierto que no con la misma intensidad en todos los países.
Una vez tranquilizados los mercados -al menos de momento- con el fondo de rescate aprobado el año pasado, y que actúa como cortafuego ante nuevas tentaciones especuladoras, lo deseable es que ese fondo utilizado ya en el caso de Grecia y de Irlanda no vuelva a ser necesario y que permanezca como un último recurso de emergencia.
Incrementar la dotación del fondo, como se ha debatido, supone una señal inequívoca a los especuladores de que no triunfarán si intentan atacar de nuevo al euro.
Para que no sea preciso recurrir al fondo, debemos acordar mecanismos adecuados que permitan sustentar la economía europea en bases sólidas y en reglas del juego claras que permitan superar definitivamente la crisis y recuperar la senda del crecimiento y de la creación de empleo, que es la gran preocupación de los ciudadanos europeos y algo que sólo conseguiremos -entre otras medidas- con inversiones importantes en educación y en I+D.
Se trata, sin duda, de un proceso complejo. Pero estoy convencido de que los 17 países de la zona euro y los 27 de la UE serán capaces de llegar a acuerdos satisfactorios para el interés común. La iniciativa en todo este proceso la ha llevado el Partido Popular Europeo (PPE), que, no en vano, es el principal grupo político a nivel comunitario.
En la reciente cumbre de líderes de Helsinki, dirigentes populares como Merkel, Van Rompuy o Barroso dieron un impulso importante a las discusiones en marcha y acordaron un documento programático que bien puede ser el germen del acuerdo al que se llegue a finales de mes.
Cinco pilares
Esta hoja de ruta se articula en cinco pilares, empezando por el reconocimiento de que es necesario aplicar de inmediato medidas de estabilidad financiera en la zona euro, incluyendo en ellas -si fuese necesario- que garanticen la eficacia del mecanismo de estabilidad financiera europea. Entre éstas, el PPE defiende que los Estados miembros continúen con los esfuerzos iniciados para hacer sostenibles sus finanzas públicas, una de nuestras principales preocupaciones.
En segundo lugar, el PPE apuesta por clarificar cómo funcionará el mecanismo europeo de estabilidad, que estará operativo desde junio de 2013. Creemos que deben resolverse aspectos concretos, como la participación del sector privado en caso de que sea necesario resolver una eventual crisis y garantizar que el desembolso de la ayuda prevista en este mecanismo se utilizará bajo estrictas condiciones.
Es conveniente que las nuevas pruebas de estrés a la banca permitan clarificar su situación y avanzar hacia una recapitalización del sector clave para que el crédito vuelva a fluir y pueda reanimar la actividad de las empresas, y en particular de las pymes, que en países como España desempeñan un papel crucial.
El tercer pilar del plan establecido en Helsinki es avanzar hacia un conjunto de normas que mejoren la gobernanza económica y que deberían estar operativas a comienzos del próximo año. El llamado Semestre Europeo ya ha permitido avanzar en esta dirección, por lo que debemos continuar así.
Asimismo, en el PPE consideramos clave que se llegue a un acuerdo sobre el Pacto de Competitividad y Convergencia que lleva discutiéndose ya varias semanas, y que ello se haga usando el método comunitario de manera que se superen ciertas tensiones derivadas de la forma en que se planteó este asunto en un principio. La zona euro y la UE sólo saldrán reforzadas de la crisis si consiguen una economía más competitiva.
Los esquemas de hace apenas 10 ó 15 años han quedado totalmente desfasados y la globalización nos ha estallado sin estar preparados para competir con China, India, Brasil y otras emergentes. Europa es cada día menos competitiva y hay que cambiar esa tendencia sin, por ello, renunciar a los estándares del Estado de Bienestar, uno de los grandes logros del proyecto europeo. Antes o después, será necesario incrementar también la coordinación, a nivel europeo, de las distintas políticas sociales y relativas al bienestar de los ciudadanos.
La experiencia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento con el que nació el euro hace ya casi diez años fue positiva pero insuficiente. El reto que tenemos que afrontar es de envergadura, y por eso el PPE apuesta por un pacto reforzado que incluya reformas estructurales -tan necesarias en países como España- y medidas fiscales que garanticen el mantenimiento del sistema público de finanzas a medio y largo plazo.
El quinto pilar del documento de Helsinki es ofrecer a los países no miembros de la zona euro que se sumen al debate y a la aplicación de las medidas que se acuerden, ya que muchos de ellos aspiran a incorporarse a la zona euro en los próximos años.
Sólo el primer paso
Éstas son las bases sobre las que articular la respuesta de Europa a esta crisis.
Quedan muchos puntos por concretar -entre ellos la vinculación o no de los salarios a la productividad y la eliminación o no de la revisión automática de los salarios en función de la inflación- que tendrán que ser resueltos atendiendo a las diferentes sensibilidades nacionales, pero confío en que a fin de mes tengamos una UE más fuerte y mejor preparada para salir de esta crisis y prevenir eventuales recaídas.
Antonio López-Istúriz. Secretario General del Partido Popular (PPE) y eurodiputado.