Opinión

Marcos Suárez Sipmann: Un mundo islámico efervescente

Las revueltas que empezaron en Túnez y Egipto exigiendo democracia, libertad y trabajo incendian toda la región. En Yemen, los manifestantes exigen la renuncia del presidente Saleh, con 32 años en el poder.

Ya han impedido que reforme la Constitución para volver a postularse. En Jordania, el rey Abdalá II disolvió su gobierno, reemplazándolo por un gabinete que anunció una ley electoral más abierta.

Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, aceptó la renuncia de su gabinete y encargó formar otro más representativo. En Siria, el presidente Bashar al-Assad, heredero del gobierno que su padre instauró en 1970, aún mantiene las protestas a raya sin desatar un baño de sangre.

En Argelia, el gobierno de Bouteflika bloqueó el acceso a internet. En Marruecos, hasta ahora las protestas no han exigido la renuncia del rey Mohamed VI, pero sí una nueva constitución que limite sus poderes.

En el reino de Bahrein, ejército y policía reprimieron violentamente a los manifestantes, aunque luego el gobierno retiró los tanques. En el caso de Bahrein hay un ingrediente que complica la situación: la familia real Al Jalifa es sunita manteniendo a la mayoritaria población chiita marginada.

La ola también ha llegado a Irán y Libia, dos países muy diferentes pero cuyos gobiernos están dispuestos a todo para no abandonar el poder. Ambos dirigentes, Ahmadineyad y Gaddafi, cuentan con el apoyo incondicional de los militares.

Violentas manifestaciones en las calles de Teherán han recordado las multitudinarias marchas de 2009 contra la reelección de Ahmadinejad, calificada de fraudulenta por la oposición. En Libia - que carece de Constitución y Parlamento- se habla de más de 200 muertos. Los comandos gubernamentales han abierto fuego contra los manifestantes. El régimen controla férreamente los medios de comunicación e internet.

Lo que está ocurriendo en el norte de África y Oriente Próximo representa el mayor desafío para la política exterior de Obama. Si bien, su secretaria de Estado, Clinton, respaldó a los manifestantes iraníes, no ha sido tan categórica ante las revueltas en Bahrein, base para la estratégica Quinta Flota de su Armada.

El reto de EEUU es revertir su mala imagen -por su respaldo a regímenes autoritarios o dictatoriales- transmitiendo un mensaje claro, inequívoco y generalizado de apoyo a la transición democrática.

Marcos Suárez Sipmann. Analista de Relaciones Internacionales.

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