La petrolera Total ha acordado la venta de Cepsa al fondo Ipic de Abu Dhabi. Los franceses se unen a las compañías occidentales que se desprenden de parte de su refino para hacer caja y comprar derechos mineros, donde hay mayores márgenes.
De hecho, el tratamiento de crudo puede perder pronto rentabilidad si se elevan aún más las cotizaciones. Y las presiones de Bruselas para que se cumpla con requisitos medioambientales restan aún más beneficio a estas actividades.
Al final, esto traduce en que las empresas de países desarrollados venden de forma generalizada estos negocios para concentrarse en la extracción. Sin embargo, las adjudicaciones son escasas, por lo que muchas veces la única opción consiste en entrar en el capital de una petrolera que haya ganado un contrato.
Ése fue el caso de Sinopec, que puso un pie en Brasil comprando una participación en Repsol. Y se habla de que Total podría barajar la adquisición de una parte de Galp, también con licencias brasileñas. ¿Y quiénes compran el refino? Pues chinos y árabes. Estos fondos soberanos pueden reanimar ahora las operaciones corporativas del sector.
Ipic, que ya tenía el 47 por ciento de Cepsa, se hace con todo el grupo español y cumple así con el mandato que tiene de extenderse por el mundo y a través de la cadena de valor.
Al mismo tiempo, la nueva Cepsa puede aprovechar la pérdida de la tutela española del gasoducto Medgaz para reforzar su alianza con Sonatrach.
Gracias a la integración vertical, podrían utilizar la comercializadora que tienen entre ambas empresas para atacar a los principales operadores españoles de gas. La CNE debe vigilarlo.