Opinión

Editorial: Los salarios y la productividad

Algunas empresas en España ya introducen criterios distintos de la inflación y ligados a la productividad en las negociaciones de salarios, justo lo que quiere Merkel.

España ya tuvo que cambiar su sistema hace años para vincularlo en su mayor parte a la inflación futura y no la pasada, de forma que se evitasen escaladas inflacionistas. Sin embargo, el cambio que se pide ahora se antoja más difícil.

Por ejemplo, es posible usando objetivos, pero resulta complicado medir la productividad cuando se habla de valor añadido o de servicios. Hoy más bien se trata de lograr que una empresa no pague más de lo que pueda para ser rentable y, por tanto, viable.

Y eso se hace más fácil si se acerca la negociación colectiva hacia las empresas. Los convenios sectoriales apenas pueden calibrar el rendimiento, por lo que es más asequible lograrlo en la empresa, bien en función del trabajador o del conjunto. Así, incluso el trabajador podría cobrar más.

Además, hay mucho sueldo fijo, así que se tendría que fomentar una mayor remuneración variable. Y se deberían reabrir las actualizaciones salariales sujetas a plazos largos para adaptarlas a la coyuntura.

Por lo demás, muchas veces no pesa tanto el salario como los costes laborales no salariales, ya sea la Seguridad Social, la burocracia, el coste financiero o de los mercados de servicios.

Todo esto hay que acompañarlo de mayor educación, más inversión en TIC y de empresas que forman y por consiguiente retienen más a sus trabajadores asegurando una movilidad ascendente. Y tan importante resulta mantener la cuota de mercado, porque aquellos que no puedan aguantarla mejorando su producto tendrán que bajar costes.

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