El teléfono de Merkel no es un móvil cualquiera, pese a tener la misma apariencia que otro de la misma marca y modelo. Bajo la carcasa de su terminal existe un sistema de encriptación que impide su intercepción. Sus conversaciones no pueden ser pinchadas. Al parecer, esta salvaguarda es habitual entre mandatarios. Y es que las opiniones de la canciller mueven el mundo. Imagínense lo que pasaría si se entrecruzara en una conversación con Zapatero.