Han necesitado tres años de crisis y un 20 por ciento de paro, pero al final Gobierno, patronal y sindicatos han suscrito un principio de acuerdo. Al menos, se consigue esa foto de un gran pacto social justo antes de que medio gobierno alemán aterrice en Madrid para evaluar si nos siguen avalando.
Sin embargo, salvo por la importante pero incompleta reforma de las pensiones, el documento firmado se asemeja a una versión regurgitada de la tantas veces vendida economía sostenible.
Otra hoja de ruta plagada de propósitos que empieza mal, esta vez con la CEOE declarando que tan sólo firma por sentido de Estado, y no porque crea que tiene ante sí un proyecto serio de reformas. Mal augurio. El país necesita que de verdad se produzcan avances antes de que la ciudadanía afiance aún más la impresión de que le están tomando el pelo.
Los firmantes dicen que modificarán la negociación colectiva y que se puede plantear un modelo austriaco según el cual el trabajador va acumulando un capital que puede llevar consigo y embolsarse si es despedido o cuando se retire, algo que fomentaría una deseable movilidad laboral.
Además, se iba a incluir por fin una solución para el cementerio nuclear y una necesaria moratoria para las nucleares, pero los sindicatos estimaron que la cuestión energética podría ensombrecer la imagen de pacto, así que como con todo ahí también han echado la pelota para adelante.
Menudo escenario presentamos a unos alemanes que podrán recriminarnos con rotundidad que ellos ya lograron un gran acuerdo social trufado de sacrificios hace tres años. Mientras, nosotros seguimos negociando buenos propósitos...