Los precios repuntaron con fuerza en enero, según los datos adelantados de IPC (3,3 por ciento) e IPCA (3 por ciento). Al margen de la discrepancia, debida a la distinta estimación de los productos estacionales, ambos suben aupados por la electricidad y los alimentos.
El alza de las materias primas y del crudo empujan, prueba de ello es que la tasa subyacente está muy por debajo (1,5 por ciento en diciembre).
El encarecimiento de la luz, del orden del 10 por ciento, deriva de una política energética que no ha reconocido en precio el coste del servicio, generando un déficit tarifario que ha precisado colocación con aval del Estado.
Con unos culpables tan claros, esta robusta alza no puede atribuirse a un mayor dinamismo, como sería deseable, sino a factores, en su mayoría, comunes a los que sufren otras economías.
