El Gobierno quiere ahora congraciarse con los sindicatos y rebaja en un reglamento ciertos aspectos de la reforma laboral a cambio de que CCOO y UGT tiren la toalla en la del sistema de pensiones.
Pero no todo es armonía en estas relaciones, ni mucho menos. Una de las partes negociadoras podría tener guardado un as en la manga.
Se sospecha que ha podido ejercer de garganta profunda para ciertas informaciones que en nada favorecen al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Terminado el caso Wikileaks, ¿podría empezar el Sindileaks?